Durante unas horas del primer lunes de julio ha sido trending topic en España La Corona. Ha habido dos noticias de En Blau que han contribuido: los privilegios de la infanta en la prisión de Urdangarin y la revelación hecha en TV3 y difundida por En Blau del papel de Casa Real dirigiendo el 23-F, según un guardia civil compañero de Tejero. Esta lluvia fina informando sin tapujos de la monarquía ya no se hace sólo desde Catalunya. Eldiario.es publica una columna de opinión con el título ya paga: "La Corona agoniza". Felipe VI ya sufrió la lluvia de Girona exiliado, él también, en el restaurante de los Roca para entregar los Premios Princesa de Asturias, como recoge la magnífica fotografía del fotógrafo de El Nacional Sergi Alcàzar. Pero la lluvia fina amenaza chubasco.
La autora, Ruth Toledano, colaboradora de PRISA y poco sospechosa de independentista, va directa contra el Rey: "A la Corona se la puede mantener como se mantuvo a Franco: enchufada al aparato para mantenerla con vida, aunque vegetativa; entubada para que le llegue el oxígeno a un cerebro de encefalograma plano. (...) Otra cosa es la imposición, que nos obliguen a tener una muerta encima". ¿Cómo llega hasta esta devastadora conclusión un digital editado en Madrid? Por Catalunya, siempre Catalunya, y cómo recibió Girona a los Reyes la semana pasada.
La columna es sangrante con Felipe y Letizia en los jardines del restaurante de los hermanos Roca: "La escena exhalaba una atmósfera de acto semiclandestino que solo rompió la llamativa apariencia de la ahora llamada reina (vestido rojo como rosa de un logo, pelo tirante como negociación de un divorcio). Felipe y Letizia llegaron juntos en un coche que no conducían y se trataron como si no se hubieran dirigido la palabra jamás. Parecían esos invitados a una boda incapaces de ocultar que se han pasado la noche discutiendo". Acertada como un puñal en el estómago del rey desnudo. El toma y daca del paraguas fue más sutil que la escenita con Sofía en la Catedral de Palma pero igual de destructivo para los Borbones.
La columnista es implacable: "El aspecto terrible que ambos lucían, esa mezcla entre soberbia y tristeza, entre altivez y desolación, es la viva imagen de la monarquía, la representación más gráfica de un régimen que, aunque se desmorona, se aferra a su existencia como a un paraguas gris. Todo en su espacio es falso y falaz. La presunta calma de él. La presunta autonomía de ella. Todo es tan presunto. Ya no está arriba la Corona: flota en una altura abismal que solo conduce al precipicio, al vacío". El artículo merece un trending topic tan grande como una casa o como el Palacio de la Zarzuela. La pregunta con que acaba no tendrá respuesta: ¿Por qué seguimos haciendo el paripé? ¿Por qué seguimos diciendo que el rey está vestido?