Pocos nombres han despertado tanto cariño y admiración como el de Lady Di. A casi tres décadas de su trágica muerte, la figura de Diana Spencer sigue siendo un ícono indiscutible de la cultura pop, el estilo y la humanidad dentro de la realeza. Diana Frances Spencer nació el 1 de julio de 1961 en el seno de una familia aristocrática británica con profundas raíces en la nobleza. Su padre, John Spencer, se convirtió en conde en 1975, lo que hizo que toda su familia pasara a tener títulos nobiliarios.

Desde ese momento, Diana fue oficialmente reconocida como Lady Diana Spencer, un título que indicaba su pertenencia a la nobleza antes de llegar a formar parte de la Familia Real Británica. Cuando en 1981 se casó con el príncipe Carlos, heredero al trono británico, Diana dejó atrás su título de Lady para convertirse en "Su Alteza Real, la Princesa de Gales", un cambio que respondía a las normas estrictas del protocolo real. Sin embargo, el apodo de Lady Di ya se había instalado en la memoria colectiva. 

El divorcio y la pérdida del título de Su Alteza Real 

A pesar de ser princesa, Diana no encontró la felicidad en el matrimonio real. Su relación con Carlos fue turbulenta, marcada por infidelidades y diferencias irreconciliables. Pero mientras su vínculo con el príncipe se deterioraba, su conexión con el pueblo se hacía cada vez más fuerte. Tras el divorcio en 1996, Diana perdió el tratamiento de “Su Alteza Real”, un gesto que muchos consideraron una injusticia. Sin embargo, conservó el título de Princesa de Gales, aunque sin pertenecer formalmente a la realeza. Desde entonces, y hasta su fallecimiento en 1997, el mundo entero la siguió llamando como siempre: Lady Di, un apodo que trascendió títulos y coronas, y que representó su cercanía, su compromiso con las causas sociales y su rebeldía ante el sistema rígido de la monarquía. 

El legado de Lady Di 

La inolvidable Lady Di dejó una huella imborrable en la historia, no solo por su papel dentro de la monarquía británica, sino por su impacto en la sociedad, la moda y la filantropía. Su legado sigue vivo, inspirando a generaciones y redefiniendo el concepto de la realeza moderna. Diana revolucionó la imagen de la familia real al mostrarse cercana y accesible. Su empatía con los más vulnerables la llevó a involucrarse en causas humanitarias que marcaron un antes y un después.

Fue pionera en la lucha contra el VIH/SIDA, desafiando los prejuicios al estrechar la mano de pacientes en una época en la que el contacto físico con ellos aún generaba temor, pero eso no es todo, también trabajó activamente en la eliminación de minas terrestres, recorriendo zonas de conflicto para visibilizar el problema y promover su erradicación. Además, Lady Di no solo fue una figura influyente en la filantropía, sino también en la moda. Su estilo evolucionó con el tiempo, reflejando su transformación personal. Desde los vestidos de gala hasta los atuendos más informales, Diana marcó tendencia y sigue siendo referencia en el mundo