El 19 de junio acabará, oficialmente, la estancia de la princesa Leonor en la Academia General Militar de Zaragoza. El primero de los tres años que la hija de Felipe VI y Letizia dedicará a su formación militar es prácticamente historia. Una que tendrá un final con mal sabor de boca. Y todo porque la dama-cadete royal, la que no ha tenido nuuuunca ningún privilegio en el cuartel ni en las maniobras castrenses, resulta que no es exactamente como el resto de reclutas. Se han guardado el secreto hasta el final de la película, mira que son de buenos los guionistas. ¿Qué ha detonado la "boooomba", que cantaría King África? Pues el maldito calendario. Vaya jugarreta. Bueno, tampoco es que nadie haya tomado ninguna decisión para enmendarla. Y ahora es tarde. Demasiado tarde.
La moral de la tropa es baja porque no vivirán una despedida como la que esperaban por parte de su compañera real. Han sido meses de compartir instrucción y entrenamiento, de cañas y torreznos, de partidos de voley y discotecas. De ver a todo un rey de España en la cantina, mientras engullían un arroz que ni los paelladors costeros más infectos. Todas aquellas vivencias que algún día explicarán a sus hijos y nietos, o a los colegas del bar o el gimnasio, y que pretendían coronar con la foto que acreditara su gran momento: la graduación conjunta. El gran momento y la excusa para una última juerga. No la vivirán juntos. Y todo porque Leonor ha recibido órdenes de arriba. De la cúpula. Y de su casa.
La princesa ha quedado oficialmente apartada del cierre solemne en la AGM y, por lo tanto, se ha ido a la francesa. El 3 de julio volverá para estar presente en una entrega de despachos, pero ya no será lo mismo. El motivo detrás de esta baja forzosa es que el 19 de junio también se celebran los diez años de Felipe VI y Letizia como reyes de España. Los supuestos salvadores de la corona no han acabado de hacer bien su trabajo, y necesitan refuerzos: su hija Leonor, gran esperanza blanca del negocio borbónico. Los actos previstos para conmemorar el ascenso al trono (y sacrificio de Juan Carlos) incluyen la presencia de las hijas, la princesa y la infanta Sofía. Lejos de Zaragoza, lejos de sus colegas de promoción. Lejos del adiós. Se va por la puerta de atrás.
Se había especulado con la posibilidad de que la princesa hiciera doblete: el 'Súper Puma' es muy útil para estos problemas de agenda, y en un abrir y cerrar de ojos te plantas en la Pilarica desde el kilómetro cero. Pero no será así, porque el programa de Casa Real empieza a las 11:00 h, coincidiendo con la liturgia militar de la academia. La hoja de ruta de la heredera: salida al balcón del Palacio Real, cambio de guardia cañí, entrega de medallas, discursos, comida y, para acabar, una visita a la Galería de las Colecciones Reales, en compañía de su hermana. Apasionante. Pero aburridísimo. Parece que alguien reservará una zona VIP en alguna discoteca aquella noche. Para compensar.