Quienes han tratado de cerca a la princesa Leonor, la han descrito como una persona educada y correcta, pero también de carácter altivo. No obvia su estatus social y hace gala de ello sin reparos, aunque ello signifique en ocasiones humillar a otras personas. Hasta el punto de exigir a sus compañeras que le hicieran una reverencia al verla. La cosa viene de lejos.

“A la Princesa de Asturias se le ha subido el Toisón de Oro a la cabeza porque les ha dicho a sus amigas que ‘de ahora en adelante tendréis que hacerme una reverencia’”, afirmaba Jaime Peñafiel. Según el periodista, lo supo porque habló con dos madres de compañeras de clase de Leonor. Esta actitud de supremacía se mantiene en algunas ocasiones en la actualidad. Lo han podido comprobar de primera mano en las discotecas que ha visitado en los últimos meses.

La presencia de la princesa Leonor amarga la noche al resto de la discoteca

Sin ir más lejos, en su última salida nocturna por Madrid. Corría principios de abril cuando Leonor y su grupo de amigos ocuparon un reservado en un local de renombre en la capital. Sin embargo, lo que se esperaba que fuera una noche divertida pronto se convirtió en un problema para el resto de los asistentes.

Leonor discoteca Telecinco

Según testigos presenciales, la princesa mostró una actitud desinhibida que llamó la atención de los presentes, lo que no es novedad en sus salidas nocturnas. Pero esta vez parecía haber ido demasiado lejos, generando incomodidad en el ambiente.

Molestias constantes que tienen origen en la princesa Leonor

Para preservar la privacidad de Leonor, los escoltas desplegaron medidas estrictas en el local, aumentando el número de guardaespaldas alrededor de ella y confiscando teléfonos móviles en el área de baños femeninos mientras la princesa estaba dentro. Estas medidas, aunque comprensibles, causaron molestias entre los presentes, especialmente entre las mujeres que se encontraban en el baño.

Leonor

La presencia excesiva de los guardaespaldas y la rigurosa supervisión de los dispositivos electrónicos generaron indignación y discusiones entre las mujeres presentes en el lavabo, requiriendo incluso la intervención de los escoltas para calmar la situación. La tensión en el ambiente era palpable y la presencia de la seguridad solo parecía aumentarla sin que a Leonor le importase la incomodidad de los presentes en el local e imponiendo su bienestar y sus privilegios por encima del resto.