Todo a punto para el gran día de Leonor de Borbón y Ortiz, heredera del trono español. Acaba el mes más movido de su vida: después de la jura de bandera y de los Premios Princesa de Asturias, ahora es el turno de la jura de la Constitución y la celebración de su cumpleaños. La primogénita de Felipe y Letizia cumple 18 años, será mayor de edad y la pesada, medieval y caduca institución monárquica se adaptará al nuevo panorama. Fenomenal. El régimen está alocado, hay monarquitis aguda. También Leonormanía: la hija es la mejor, la más preparada, la más de lo más. Solo no le cae bien a Victoria Federica, imaginen. La fiesta mañana en Madrid será histórica. Y ridícula.
Sí, ridícula. La pasión monárquica es, en esencia, una auténtica charlotada. Quizás los más jóvenes no lo recuerden, pero cuando Felipe y Letizia se casaron vimos manifestaciones populares de devoción royal que rozaban el delirio. ¿Por ejemplo? Lo que hizo un concejal del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, Jorge Ibarrondo, del PP. El hombre se presentó en el Palacio Real con zancos y merchandising del más barato para vitorear a los príncipes. Gorra absurda, banderitas, prismáticos como de juguete. Daba pena. Pero siempre se puede superar la cosa, y los hostaleros de Madrid han dicho eso de 'sujétame el cubata'. De hecho, han escogido un símbolo vasco universal para agasajar a la princesa. ¿El qué? Alucinarán.
Los empresarios de bares y restaurantes madrileños han "creado" una gilda en honor a Leonor. Por si hay alguno despistado, la gilda es un pintxo creado en Donostia en 1948. Se trata de una aceituna, una piparra en vinagre y una anchoa, todo ello unido por un palillo. Hay diferentes versiones, con boquerón, con pulpo, con pimiento rojo, incluso hay quien le pone atún. Lo que sea. Pero la esencia siempre son los tres elementos descritos anteriormente. El Bar Casa Vallés lo hizo popular en la posguerra, y el nombre hace referencia a Rita Hayworth y su mítica película, 'Gilda': "Este pintxo tenía las mismas características que la actriz: "Salada, verde y un poco picante", dice la sabiduría popular. Pues he aquí que los madrileños, expertos en apropiación cultural, gastronómica y similares, han cogido esta delicia, le han plantado una banderita española minúscula y se la han dedicado a Leonor. De una manera cutre, eso sí. Después los tacaños son los catalanes. Y esta gente se come las uñas antes que el pan, vaya miseria.
Miseria, sí. El señor Alfonso Delgado, nombrado como "CEO" de la Casa del Abuelo, un local del centro de Madrid, ha presentado este regalo como si hubiera encontrado la piedra filosofal. Pero cualquier ser humano que haya comido una gilda la encontrará escasa, una piltrafa y un pecado. Han cortado la piparra y la anchoa por la mitad, posiblemente con la excusa de ser más fácil a la hora de zampársela, pero que apestar de sacar dos por el precio de una. Hace daño a la vista. Por suerte, cuando lees el texto que han preparado se te pasa y te partes de risa: "Este aperitivo, que ha reflejado durante décadas el carácter español de nuestro país, aúna juventud, tradición y saber hacer de tantas generaciones anteriores, con el que deseamos un futuro prometedor a la princesa de Asturias". Ajá. Po'fale. Viven en otro mundo.