La princesa Leonor está atravesando uno de los momentos más retadores de su formación, enfrentándose a las dificultades del mundo naval y las exigencias de la vida a bordo del famoso Juan Sebastián Elcano. El pasado 11 de enero, Leonor se embarcó en el buque escuela, como parte de su entrenamiento en la Escuela Naval de Marín. Esta travesía forma parte de su preparación como futura reina. Allí pasará un periodo total de seis meses, le quedan poco más de cuatro. Y en estos casi dos meses ha podido experimentar las dificultades de la navegación en alta mar.
Desde los primeros días, Leonor sufrió de mareos y vómitos a causa del movimiento constante del barco, lo que la obligó a ausentarse de algunas clases. Su adaptación no fue inmediata, pero con el tiempo, los mareos se han ido controlando gracias al tratamiento médico que le recetaron a bordo.

Una travesía llena de problemas para la princesa Leonor
Sin embargo, la formación física ha resultado ser otro obstáculo importante. A pesar de su estatus real, Leonor no está completamente preparada para las pruebas exigentes a las que se somete a diario. Ha recibido informes de que no alcanza el nivel físico de muchos de sus compañeros, lo que ha generado ciertos roces dentro de la tripulación. Afortunadamente, gracias a su ‘condición especial’, no está sujeta a los mismos criterios de evaluación que los demás, y su rendimiento no afecta su condecoración, que siempre es la máxima.
No obstante, los contratiempos en su adaptación no terminaron ahí. En sus primeros días de formación, Leonor sufrió una caída durante una de las guardias nocturnas debido al suelo resbaladizo y la falta de costumbre a la vida en el mar. La princesa sufrió algunos moretones sin más. Y mientras navegaba hacia Brasil, un inesperado virus estomacal la dejó confinada en su camarote durante varios días, lo que hizo que las pruebas médicas fueran necesarias.

La princesa Leonor llega al límite
Pero lo que realmente causó la crisis fue un incidente mucho más grave. En un momento de navegación especialmente peligrosa de camino a Uruguay, el oleaje se levantó con fuerza, y durante una guardia fuera del barco, Leonor recibió un golpe en la cabeza y en la muñeca. Aunque fue atendida rápidamente, este incidente fue la gota que colmó el vaso para la princesa.
El miedo y la incertidumbre por no sentirse preparada físicamente para afrontar ciertos retos la llevaron a pedir de manera urgente una conversación con su padre, el rey Felipe VI.
La conversación entre padre e hija no ha sido revelada, pero lo cierto es que, a raíz de esta crisis, Leonor ha sido apartada de las guardias nocturnas, las más peligrosas, especialmente cuando hay temporal.