La última salida de madrugada de la princesa Leonor en Zaragoza todavía colea. La hija de Felipe VI y Letizia Ortiz, de 18 años, fue grabada en la pista de baile de una discoteca bailando reguetón, compartiendo confidencias con otros jóvenes, experimentando el arte del ligoteo e incluso, a pesar de la ausencia de evidencia alguna, vaporeando a las puertas del local. Un comportamiento, lejos de las instalaciones de la Academia General Militar pero rodeada del grupo de reclutas con el que ha hecho amistad, que no sería noticia si no se tratara de una heredera al trono español. Y es que no pasa desapercibida, no. Llevar gafas de sol en plena noche y rodeada de 4 escoltas no ayuda. Es como un anuncio luminoso.
El papel de los guardaespaldas es jorobado. El suyo se supone un trabajo de vigilancia y protección que tendría que ser invisible, discreto y efectivo. Los miembros de la Guardia Real asignados a la dama-cadete, sin embargo, pinchan en una parte de su misión. Sí, garantizan la integridad física royal, pero evitar la difusión de imágenes y vídeos es más complicado. A pesar de utilizar métodos cada vez más invasivos (cómo pasa con su padre Felipe), llega un momento en que la situación les desborda. Si tienen que requisar los móviles de todos los presentes en clubs como 'Babia', el que aseguran que se ha convertido en el preferido de la Borbón, tendrán trabajo a espuertas. Y escándalo asegurado.
El digital 'Monarquía Confidencial' asegura haber hablado con fuentes próximas al servicio de seguridad que acompaña a la heredera al trono cuando sale de la academia. El cuarteto, oficialmente, de hombres y mujeres que trabajan para ella relatan cómo es una de estas juergas de madrugada. "No dan abasto", confiesan. Están al límite. En cuánto la princesa pone un pie en el local, empieza el show. Todo el mundo quiere hacerse fotos con ella, saludarla, es una especie de trofeo de caza. La anécdota que muchos de ellos explicarán al día siguiente en clase, en casa o en el trabajo. Evitar contactos demasiado efusivos y descontrolados es una de las tareas primordiales, pero la mayoría de los esfuerzos se centran en identificar a aquellos que toman fotografías y vídeos de la hija de Letizia de manera furtiva. "Resulta imposible de controlar", sentencian.
Palabra de escolta: "Cumples órdenes de arriba e intentas proteger, no solo por motivos de seguridad. A veces no surte efecto. Además, todo se intenta hacer de la forma más discreta posible para evitar conflicto". Una utopía. Como hacer una tortilla sin romper los huevos. No hay princesas anónimas. Y menos en una discoteca, sin reservado VIP y a las tantas de la madrugada. Va en el sueldo.