La princesa Leonor, dama cadete de la Academia General Militar durante lo que queda de curso, no pasa el fin de semana en Zaragoza, no. Tenía planes. Una escapada. No piensen en novietes, ni juergas, ni cosas por el estilo. Es todo un poco más muermo, aunque deja imágenes relevantes. Imaginen a la hija de Felipe y Letizia, en pleno escándalo matrimonial por las revelaciones del tío Jaime del Burgo, vestida de blanco impoluto y con una espada en la mano. Goloso, ¿verdad? Tiene una explicación. Y desgraciadamente no se trata de una indirecta, por ejemplo, a su abuelo. Aquello de la tarta de cumpleaños en Abu Dabi, que tan mal se lo tomaron en Zarzuela... y en el locutorio de Jiménez Losantos: "Juan Carlos cortándole el cuello a su nieta".
La realidad es que Leonor está participando en unas jornadas deportivas militares en la Academia del Aire de San Javier, en Murcia. Se puede decir que ya conoce el escenario de su último paso por la mili forzosa impuesta por su padre: tierra, mar y aire. Se trata de torneos de diferentes especialidades, y la Borbón se ha apuntado a dos. Uno es comprensible, el voley. Lo practicaba en el colegio Santa María de Rosales, sabe de qué va la cosa. No le ha servido para acercarse demasaido a la novia de Pablo Urdangarin, Johanna Zott, pero vaya. La deportista Johanna fue una de las invitadas a la fiesta de los Emiratos, la sorpresa de la jornada. Otro feo a la prima de un Pablito que las mata callando. En todo caso, lo que nos ha llamado más la atención es su inscripción en otra disciplina. Era inédita.
Se trata de esgrima: no contaba entre sus predilecciones ni prácticas conocidas: ballet, tenis, natación, bádminton y esquí. Y el fútbol por la tele, claro, con su hermana Sofía. Pero tener un florete en la mano, nunca en la vida. Pues aquí está: este es el documento que los organizadores de la cita castrense están utilizando para, sin citarla, hacerse un poco de autobombo. Con mono blanco, zapatillas deportivas azules poco discretas, pelo recogido y juntando su espada con la de las rivales. Es la gran estrella del Interacademias, o mejor dicho, el XXIV Campeonato Deportivo de Academias Militares para Oficiales. Que son muy solemnes en todo. Y la crónica del evento es el mejor ejemplo.
Cojan una coctelera, metan a cualquier comentarista deportivo con un toque de naftalina, unas gotas de jerga militar, un reglamento de la especialidad en cuestión y, tras removerlo a conciencia, encontrarán textos que dicen cosas como estas: ""Cualquiera que pasase esta mañana por fuera del polideportivo podría pensar que dentro se estaba librando una batalla campal al estilo del siglo XVI; el estruendo de los tambores, los golpes de espada contra espada y los gritos de cientos de personas. Sin embargo, una vez entrase, se podría dar cuenta de que se equivocaba, y es que se celebraba, ni más ni menos, que la competición de esgrima del XXIV interacademias. Los golpes de tambor y los gritos señalaban la emoción de los espectadores cada vez que se marcaba un punto en los intensos duelos que se han librado a lo largo de la mañana, seguidos de un silencio absoluto una vez de reanudaban los combates". Con un poco de música épica, ya tienes teaser. ¿El problema? Que no pudieron cantar la victoria de la DAC Borbón, porque no sale en ningún sitio más de la crónica... y porque según el palmarés, las chicas de la AGM perdieron en la final. La gloria tendrá que esperar. Pero lo más importante es participar... y sacudirse las tensiones. Con una espada es más fácil.