Leonor ha puesto rumbo a Panamá, el quinto país que visitará en su travesía con el buque escuela Juan Sebastián Elcano. La princesa empezó esta aventura con ilusión viéndola como una experiencia enriquecedora, uno de los mejores momentos de la formación militar, pero finalmente se ha convertido en un verdadero infierno. A diferencia de Juan Carlos I y Felipe VI, en su caso, hay mayor facilidad a la hora de encontrarla y hacerle una fotografía, así como las personas anónimas pueden hacerle una fotografía en cualquier momento con su teléfono móvil con cámara y acceso a redes sociales.

La hermana de la infanta Sofía ha comunicado a sus padres que no se siente segura, los últimos acontecimientos le han hecho tener mucho miedo y preocupación, no solo por ella sino también por sus compañeros. En San Salvador de Bahía, Leonor acudió con un compañero a una fiesta previa a carnaval y según el fotógrafo se besaron pero los escoltas le prohibieron fotografiar ese momento. En Montevideo se la fotografió tomando el sol en bikini en una playa, las imágenes vieron la luz en una conocida revista española unas semanas más tarde. Casa Real no pudo hacer nada por detenerlas. Para colmo, en Punta Arenas, un centro comercial difundió las imágenes de sus cámaras de seguridad, un delito contra la intimidad y privacidad de la princesa, y de cualquier otra persona anónima. Casa Real tomó medidas drásticas y parece que en Perú estuvo mucho más tranquila, ya que no hay ni una sola información de ella.
Leonor se encierra todas las noches en su camarote y llora
Leonor no se libra de Letizia ni a miles de kilómetros de distancia. La reina es una mujer muy controladora y calculadora y quiere tener todo bajo su control. Llama constantemente a su hija agobiándola, con muchas ganas de terminar esta travesía. Ya está siendo suficiente duro para ella como para que encima tenga detrás la voz de su madre.
La princesa ha llorado por la dureza de las palabras de Letizia. La reina le exige demasiado y eso provoca vulnerabilidad y frustración en Leonor. Piensa que es una persona débil y que no será una buena reina. La mujer de Felipe VI piensa que así hace un favor a su hija, pero es todo lo contrario.
Leonor ha confesado a sus compañeros que esta aventura se le está haciendo demasiado grande y quiere abandonar. Solo desea que se acabe pronto. Llora por las noches encerrada en su camarote. Una imagen que nadie ha visto. El dolor de una princesa.
