La reciente ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, celebrada el pasado viernes, ha causado revuelo en los medios de comunicación, y no solo por el prestigio del evento. Uno de los detalles que más críticas ha suscitado ha sido la actuación de la reina Letizia, quien, a pesar de que debía permanecer en un segundo plano, deslumbró con un vestido que eclipsó a la princesa Leonor, la verdadera protagonista de la ceremonia. Esta situación ha despertado comentarios en la prensa internacional, incluyendo un artículo del medio alemán Bunte, que señaló: "¿Discretos como Felipe y Leonor? Ella prefiere el drama".

La prensa ha destacado cómo Letizia, con su vestido espectacular y volantes XXL, llamó la atención en un evento que se supone debería haber estado centrado en su hija. El artículo comenta que "la española Letizia deleita con un espectacular vestido", contrastando su apariencia con la de los otros miembros de la familia, que optaron por una estética más discreta. Este patrón de comportamiento de Letizia no es nuevo; Leonor ha tenido que enfrentar durante años que su madre busque constantemente protagonismo en situaciones que deberían destacar a sus hijas. Esta dinámica ha sido un tema recurrente en las conversaciones de la princesa con sus amigos y allegados.

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La princesa Leonor, harta del control estricto de la reina Letizia

En el entorno de la Escuuela Naval de Marín, donde Leonor estudia, ha surgido la conversación sobre la relación con su madre. Muchos de sus compañeros han notado que la princesa no suele hablar bien de Letizia, lo que refleja una frustración acumulada. Leonor ha expresado, en más de una ocasión, que su madre impone un estilo que no siente propio. Según varias fuentes, Leonor ha criticado cómo Letizia se viste "como una señora mayor", afirmando que nunca usaría ropa similar y sintiendo que es una imposición de su madre. Este tipo de comentarios evidencian el carácter controlador de Letizia sobre sus hijas, en especial sobre Leonor, lo que ha generado un ambiente de tensión entre ellas.

De hecho, desde su paso por Gales, donde Leonor cursó parte de su educación, la princesa tuvo conversaciones similares con sus amigos, donde también manifestó su descontento con la influencia de su madre en su estilo personal y en la forma en que se presenta al mundo. La presión de estar siempre en el ojo público, sumada a las expectativas que la reina Letizia ha impuesto, han llevado a Leonor a sentir que no puede ser auténtica. Esta sensación se ha visto reflejada en sus comportamientos y en su forma de relacionarse con los demás.

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La princesa Leonor no esconde su descontento

Unas opiniones que también ha expresado en Zaragoza y en Marín. Leonor ha continuado expresando su inconformidad con la imagen que su madre proyecta y cómo eso afecta su propia percepción de sí misma. La distancia emocional entre madre e hija parece ampliarse, a medida que Leonor se convierte en una joven más consciente de su identidad y del legado que representa. Su deseo de ser vista por quien realmente es contrasta con la necesidad de su madre de ser el centro de atención.

Es evidente que la relación entre la princesa y su madre no es la ideal. La presión constante de tener que cumplir con las expectativas de la realeza ha llevado a Leonor a cuestionar su lugar dentro de su propia familia. La princesa está en un proceso de descubrimiento personal que se ve entorpecido por las imposiciones de Letizia. Esta búsqueda de identidad se refleja en sus interacciones diarias, donde prefiere compartir sus inquietudes con amigos cercanos, en lugar de abrirse a su madre.