Leonor ha conseguido la aceptación de una gran parte de la población española. La Corona siempre ha sido alabada y criticada a partes iguales. Están los más afines a ella y los más contrarios, pero con la princesa parece que ambos bandos se han unido y no ven con tan malos ojos su presencia. La hermana de Sofía juró la Constitución el año pasado al cumplir la mayoría de edad y prometió cumplir con sus obligaciones institucionales. Por ahora, sus padres no quieren sobreexponerla, prefieren que se centre en su formación. Ahora mismo está en el segundo año de la formación militar antes de iniciar su carrera universitaria, que hasta la fecha es un misterio, pero se cree que será Derecho, como su padre.
La joven destacó el pasado mes de octubre, uno de los meses en los que tiene una mayor actividad, con el desfile de las fuerzas armadas del 12 de octubre y los premios Princesa de Asturias. Este año, el primero como mayor de edad, se ocupó del discurso de cierre que antes recaía en Felipe VI. Es probable que el próximo año ella esté sola en la tribuna, mientras que los reyes se sentarán en el palco honorífico junto a la reina Sofía.
Leonor quería ayudar en Valencia junto a sus amigos
En el último año, se ha desatado lo que ya se conoce como la ‘Leonormanía’. Parece que el futuro de la Corona está más que garantizado con ella, por este motivo los reyes van con pies de plomo y controlan mucho cada uno de los movimientos de la princesa porque todo lo que haga ahora podría salpicarle en el futuro. Ella ya ha nacido con sangre azul y desde pequeña sabe perfectamente cómo debe actuar.
Leonor está muy comprometida con las causas, y estuvo al corriente de todo lo que sucedió en Valencia debido a la DANA. Como muchos jóvenes, ella también pertenece a la denominada generación de cristal, y quiso demostrar que no son débiles, ni pasan de todos y están preparados. La princesa pidió a sus padres ir a Valencia con amigos de la Escuela Naval de Marín y la Academia General Militar de Zaragoza para ayudar. Con una pala y a llenarse de barro. Sin embargo, Felipe y Letizia no le dejaron dar ese paso por su seguridad, aunque hubiese sido una buena forma de que la princesa ganase más apoyos para su futuro reinado. Fue Letizia quien se negó en rotundo, no quería exponer a su hija. Tampoco que los acompañase el domingo a las visitas programadas a Paiporta y Chiva. Ya sabían que iban a vivir un ambiente de auténtica crispación.