La imagen pública de los reyes de España ha cambiado con los años. Lo que una vez fue una historia de amor digna de cuento de hadas, hoy es vista por muchos como una relación distante y fría, marcada por la falta de conexión entre Felipe VI y Letizia. A pesar de que en los actos oficiales mantienen la compostura, sus vidas privadas parecen transcurrir por caminos completamente distintos.

El distanciamiento entre los reyes es un secreto a voces. Desde hace años, circulan versiones que aseguran que no solo han dejado de compartir intereses, sino que incluso viven en espacios separados dentro del palacio. Felipe VI sigue residiendo en la parte principal de la Zarzuela, mientras que Letizia ha optado por establecerse en un edificio contiguo, donde mantiene su propia dinámica y rutinas.

Felipe esqui GTRES
Felipe esqui GTRES

Felipe VI y Letizia, cada uno por su lado

En este escenario, el rey disfruta de actividades como la vela y el esquí. Actividades a las que no le acompaña su esposa, que nunca ha mostrado el más mínimo interés en compartir esos momentos con él. Tampoco ha cultivado una relación cercana con los amigos de su marido, especialmente con Álvaro Fuster, con quien se dice que mantiene un trato frío y distante.

Pero cuando Felipe se va, Letizia no se queda en el sofá de brazos cruzados. Todo lo contrario. Lleva una vida social activa. Y hay un plan innegociable que se ha convertido en rutina inquebrantable: una vez al mes, abandona la Zarzuela y pasa varias horas en una casa a las afueras de Madrid, donde se reúne con su círculo más íntimo.

Letizia saluda EP
Letizia saluda EP

Reuniones de Letizia fuera de Zarzuela que se alargan hasta la madrugada

Letizia ha encontrado en estas reuniones un escape a su vida dentro de la monarquía. La vivienda a la que acude pertenece a Eva Fernández, su estilista y confidente, y se encuentra en una exclusiva zona residencial. En estas noches, la acompañan mujeres de su máxima confianza, entre ellas la periodista Sonsoles Ónega y su peluquera Luz Valero.

Las reuniones comienzan con cenas privadas y se extienden hasta altas horas de la madrugada. En ese ambiente de absoluta privacidad, Letizia se muestra relajada, sin la presión del protocolo ni la constante supervisión de la Casa Real. Tan a gusto está la reina en este entorno que no se da cuenta del paso del tiempo. Cuentan que en más de una ocasión han tenido que ser sus escoltas quienes le recuerden que debe regresar a la Zarzuela.