El viaje oficial de los reyes a Japón y la República de Corea ha acabado con un discurso de Felipe ante autoridades coreanas. Pero una vez más la estrella ha sido Letizia y sus pifias de protocolo. Si a la emperatriz japonesa la abrazó, besó y fregó la espalda como si fuera una colega de clase de pilates, al presidente surcoreano, Moon Jae-in le ha hecho un feo aún peor.
Felipe acaba el discurso y toma la copa de vino blanco que le ha pasado una coreana a media alocución. El rey pronuncia un brindis de Estado: "Alcemos nuestras copas para seguir tejiendo este nosotros hispano-coreano". Chocan las copas y dan un sorbo de alcohol. Todos los de la sala menos una. La de siempre.
Letizia no bebe alcohol, pero es que el protocolo ni tan solo le exige que beba. Basta con simularlo, con mojarse los labios. Ella pasa de todo y solo huele el vino, como desconfiando de si la quieren envenenar.
Paranoia y falta de respeto a un país que adora las tradiciones. Suerte que no era la otra Corea. En la del Norte Kim Jong-un se lo tomaría peor. ¿Qué manía tiene Letizia? Solo a un tipo de personas se les prohíbe mojarse los labios con alcohol: a los alcohólicos en rehabilitación.