El periodista Carlos García Calvo murió el 20 de julio dejando escrito su libro póstumo, una biografía de la reina Letizia: Letizia de la A en la Z de la editorial La Esfera de los Llibros. El gran terror de la reina es que como el autor ha muerto, haya escrito sin temor a represalias. El digital Jaleos publica algunos extractos y Letizia no debe sufrir. García Calvo era ácido pero monárquico. Lo mejor es cómo explica la extraña relación de Letizia con el alcohol.
La reina ha hecho siempre el mismo gesto maleducado, grosero y saltándose todos los protocolos en los brindis de Estado. La norma obliga, cuando el anfitrión pronuncia el discurso y después de levantar las copas, llevarse el vaso a los labios y beber un sorbo. Letizia nunca hace ni el gesto. Mientras todos los comensales beben ella se queda plantada mirando la copa sin ni hacer el gesto de mojarse la boca. No es un gesto de abstemia sino de exalcohólica. Muy absurdo.
García Calvo: "Se supone que doña Letizia no bebe alcohol en público jamás, no llegando a brindar con cava en cierta ocasión y dejando atónitos a los que vieron cómo miraba la copa indecisa, para luego no llevársela a los labios. Algunos llegaron a pensar que había visto una mosca flotando dentro. Lenguas anabolenas aseguran que sí lo hace en privado y que entiende mucho de vino". Letizia sí que mama pero cuando es un brindis de Estado se niega. Ridícula y poco profesional.
La revista Semana se adentra "No consume alcohol, ya sea por seguir las premisas de la dieta o, simplemente, por convicción personal". En su vida privada que haga lo que quiera pero cuando cobra del erario que cumpla las normas de educación: de pie y en silencio mientras habla el anfitrión, copa por debajo de los ojos, mirar al anfitrión, no chocar las copas y beber al final del discurso, solo un trago. Y sobre todo, no decir chin chin.