Letizia se siente acosada y busca el perdón de los suyos, los monárquicos, las derechas. Los únicos que sacan la cara por ella son los republicanos y la defienden no por reina sino por mujer. Se solidarizan porque creen que ventilar sus relaciones extramatrimoniales es un asunto privado que no tendría que ajustarle las cuentas. Tienen razón desde una perspectiva republicana, pero no dentro de una monarquía. Letizia es la única persona de España que cobra un sueldo público por ser la mujer de alguien. En su caso, del rey. Si la mujer del presidente de la República le fuera infiel con el cuñado no sería de interés público porque la mujer del presidente no es una alta funcionaria del Estado como Letizia, ni cobra del Estado como Letizia, ni tiene una función constitucional como Letizia. En las Repúblicas no existe Familia Real. Letizia ha traicionado la tradición monárquica, la de matrimonios sólidos en apariencia donde no hay sombra del divorcio. Nunca en Europa un rey se ha divorciado. Solo Carlos III de Lady Di y no era rey, era príncipe. Tampoco nunca le han puesto a un rey los cuernos en público. Solo Isabel II aguantaba los cuernos de Felipe de Edimburgo pero en secreto. Nunca salió una señora diciendo: yo me he metido en la cama del marido de la reina de Inglaterra. Este es el escándalo real: no los cuernos sino que se hayan hecho públicos por Jaime del Burgo. Y ahora qué. Letizia no lo tapa ni con más cirugía estética:
Letizia esta semana solo tiene un acto oficial y es en Salamanca. Es la royal que menos trabaja de Europa. De cada siete días descansa seis. Y no tiene las hijas en casa. Debe estar mirando constantemente twitter e Instagram para ver lo último que cuelga su ex, Jaime del Burgo. Los monárquicos detestan a Felipe por no parar el gobierno Sánchez y utilizan los cuernos de Letizia para humillarlo en las manifestaciones a gritos de Felpudo VI. Y de rebote detestan a Letizia por haber mancillado, según la visión monárquica, el matrimonio real. Letizia empieza su reconquista, quiere volver a tener el apoyo de los suyos, de los monárquicos, de las derechas, ha escogido para su único acto oficial el primer laboratorio de un gobierno con presidente del PP y vicepresidente de Vox, Castilla y León. El paraíso de la ultraderecha, donde el consejero de Agricultura también es de Vox. En muchos lugares de España la ultraderecha está capitalizando la huelga de agricultores y en Salamanca un grupo de payeses contrarios a la Agenda 2030, prueba de su afinidad con Vox, se han manifestado delante de Letizia. La esperaban con una pancarta con su nombre y contra la Agenda ecologista 2030. ¿Cómo les ha respondido ella? Con un gesto muy inapropiado, bajando la ventana, saludándolos y con la mano alzada. Desafortunadísima. Foto y vídeo:
Pilar Eyre, habilísima, ha sido la primera periodista que se ha fijado, haciendo una captura del fotograma donde Letizia saluda a los huelguistas. No dice nada de que sea inapropiado hacerlo con la mano alzada, al estilo romano. Pero es evidente que se refiere a lo inapropiado que Letizia se salte la obligada imparcialidad política de Casa Real. Está dando apoyo a los que atacan al Gobierno Sánchez y a la Unión Europea. Vox en estado puro. Les está diciendo "Estoy con vosotros". Otra periodista de El País, Luz Sánchez Mellado, destaca la intención de Letizia: "Qué lista es". Queda claro que no es un gesto inocuo. Letizia no baja la ventanilla del coche blindado y saluda a un grupo de indepes catalanes. Saluda a sectores muy afines a la derecha contrarios a las políticas ecologistas de Sánchez y a la UE. Solo Vox va contra la Agenda 2030.
Letizia busca el perdón de los suyos. La reconciliación. Perdón por haberme metido en la cama con mi cuñado engañando a vuestro rey. Lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir. Toma parte y se salta conscientemente la política de no injerencia de la monarquía. Los malpensados añadirán que iba vestida de verde campo, de verde Vox. Que vaya con cuidado que lo que gane por una parte no lo pierda por la otra. Y acabe sola, divorciada y apestada: Letizia Marichalar.