Felipe VI y Letizia han cerrado la carpeta de la visita de estado a Holanda, encuentro que ha sido noticia, principalmente, por los problemas de salud de la reina Española. Durante el besamanos de la cena de gala ofrecida por los anfitriones, Guillermo y Máxima de Holanda, Letizia sorprendía a todos al saludar a los centenares de invitados desde un taburete, a diferencia de su marido y monarcas locales. La obsesión de la asturiana por los tacones extremos volvía a pasar cuentas, el neuroma de Morton y la metatarsalgia que sufre en los pies se agudizaba. No podía estar de pie, "un dolor tan intenso en la zona de apoyo que puede legar a impedir caminar". Impedida, efectivamente. Y sentada. La foto oficial, de hecho, tuvo que ser reorganizada a toda prisa por el protocolo holandés: sillas para todo el mundo.
Días después de aquel episodio, se van sabiendo algunos detalles más. Por ejemplo, que no fue tan repentino ni realmente sorprendente, cuando menos para los encargados de explicar la visita al extranjero del Jefe de Estado español. La comitiva de periodistas, más numerosa y quisquillosa que nunca, fue informada un día antes de la determinación de la reina, la de permanecer sentada, a causa de un empeoramiento insoportable de su mal podológico. Es lo que explica 'Monarquía Confidencial', con unos cuantos contactos entre una prensa cortesana que en esta ocasión han hablado más de la cuenta, dejando mal al séquito real. Como siempre, la comunicación no es el punto fuerte de Zarzuela. Ni generar empatía. Más bien los convierten en marcianos.
Los mismos informadores que filtran conversaciones y momentos fuera de cámara durante los viajes reales nos han regalado otra intimidad, en este caso sobre la pasada visita de estado a Dinamarca, en el mes de noviembre. Una bien famosa, polémica, morbosa y premonitoria, marcada por el escándalo de infidelidad del entonces príncipe Federico con Genoveva Casanova en Madrid. La revista 'Lecturas' publicaba el material explosivo mientras los españoles aterrizaban en Copenhague, convirtiéndose en testigos de la gran crisis royal internacional del momento. Las caras eran un poema. La de Mary Donaldson ultrajada, la de Federico cazado, la de Felipe haciendo ver que llueve y la de Letizia, asqueada, incapaz de mirar a la cara al hijo de la reina Margarita. Apoyaba a la consorte humillada, en un bonito gesto que, desgraciadamente, se reveló hipócrita cuando un mes después Jaime del Burgo destapaba la auténtica cara de Letizia. Pero en aquellos días, la mujer de Felipe fue una especie de heroína, de justiciera, el mejor consuelo que podría tener la australiana.
Las imágenes de la excursión escandinava estaban llenas de estampas de las dos mujeres y actualmente, reinas, compartiendo confidencias. No había trascendido el contenido de aquellas charlas, probablemente marcadas por el escándalo en curso. Nos equivocábamos: resulta que Letizia le explicó sus dramas, y no al revés. Pero no el asunto Del Burgo, ni mucho menos. Le exponía sus problemas en los pies, recibiendo un consejo por parte de su interlocutora. Es de una obviedad que asombra, pero algunos lo venden como la última coca-cola en el desierto: "Le confesó que, cuando luce vestidos de gran volumen y largos, no calza tacones excesivos, sino que prefiere hacer uso de un calzado más cómodo, como pueden ser zapatillas bajas. Fue un comentario que sorprendió a la reina Letizia y que ha empezado a utilizar para reducir su dolor". Increíble descubrimiento, no se le podía haber pasado por la cabeza a nadie. De verdad, nos tratan como a memos.