Como ya debes saber a estas alturas y ya te hemos explicado en este medio, la reina Letizia es una persona muy cuidadosa con su imagen. La consorte cuida hasta el último detalle en sus apariciones en público. No deja nada al azar. Sabe de primera mano, después de haber trabajado muchos años en los medios de comunicación, que los objetivos la estarán vigilando, a la espera de que cometa el mínimo error o estudiando sus atuendos en profundidad en busca de alguna combinación de mal gusto.

Lo pudo comprobar, por ejemplo, en la famosa misa de Pascua celebrada en la Catedral de Palma en 2018. Hablamos de aquella escena en la que Letizia intentó evitar que su suegra, la reina Sofía, se fotografiara con sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. La emérita pidió al fotógrafo de la casa real que tomara la instantánea mientras agarraba a sus nietas y se las acercaba, pero Letizia se interpuso entre ellas y el objetivo. La escena, grabada con un teléfono móvil, es una de las más recordadas cuando se habla de la cuestionable relación que mantienen Sofía y Letizia. Y también una de las que peor deja a la reina Letizia. Ver a la reina evitando una foto de sus hijas con su abuela generó mucha animadversión hacia la consorte. Quedó como la mala de la película.

La reina Letizia monta un protocolo para controlar todo lo que ocurre en sus apariciones públicas

Para evitar que se vuelvan a producir episodios similares, Letizia ha montado toda una estrategia. Ordena grabar en vídeo todos los actos en los que participa. A continuación se reúne con el equipo de protocolo para comprobar como ha ido y en qué se puede mejorar.

Lo graban personas contratadas directamente por la Zarzuela, así como a los cámaras. Gente de confianza que por contrato tiene no filtrar ni explicar cualquier detalle desagradable que pueda aparecer en los documentos de vídeo.