Las fiestas navideñas llegan muy revueltas a la casa real. El drama está servido. El escándalo que involucra a la reina Letizia y su ex cuñado, Jaime del Burgo, ha desatado una tormenta de proporciones épicas en la monarquía. Aunque a decir verdad, la guerra empezó hace años.
La reina Letizia nunca ha sido la niña bonita de sus suegros. Desde el principio, nadie la veía con buenos ojos en la casa real. La ex de TVE entró como elefante en una cacharrería. Nadie le daba un duro para reina, especialmente los eméritos Juan Carlos I y Sofía, quienes la miraban como una nieta de taxista, plebeya y divorciada.
La reina Letizia cambia las costumbres de Nochebuena en la Zarzuela
Pero Letizia no se quedó con los brazos cruzado. Aguantó burlas y desprecios como una campeona mientras hacía su lista negra. Y cuando pudo, puso en marcha su venganza. Alejó a todo aquel que considerara un dolor de cabeza para la monarquía. Y así fue como, entre otras cosas, Juan Carlos I acabó renunciando al trono, viviendo Abu Dabi y sin asignación, mientras Sofía se quedó en la Zarzuela, arrinconada y marginada.
La mala relación ha llegado al punto en que Sofía está vetada de la cena de Nochebuena. Desde hace tiempo, Felipe, Letizia, Leonor y Sofía se acomodan en el Pabellón del Príncipe para la cena navideña, con la compañía de la madre de Letizia, Paloma Rocasolano, o su hermana Telma Ortiz, acompañadas de sus respectivos, Marcus Brandler y Robert Gavin. Pero nadie más tiene el honor de participar. Sofía se queda en su rinconcito de la Zarzuela, con su hermana Irene, a la que cariñosamente llaman la tía 'Pecu'.
Aunque ello no quiere decir que Felipe no comparta algún momento con su madre. Normalmente, después de abrir los regalos alrededor del árbol, el rey se va con su madre y con su tía a la misa del Gallo que se celebra en la capilla de la Zarzuela.