El triángulo con más secretos, odios y censura mediática que existe en España es el que forman Felipe, Letizia y los Jaimes, Del Burgo y Peñafiel. En realidad un cuadrilátero donde se están peleando a puñetazos. Hoy por hoy Peñafiel está en el paro, despedido del diario El Mundo después de 20 años por difundir la infidelidad de Letizia y los cuernos a Felipe. Su historia sobre los óvulos y el suicidio de Erika ha sido la excusa para echarlo. En cambio, Del Burgo está desatado, prepara una autobiografía que amenaza con hacer revelaciones que pondrán punto final al reinado de Felipe VI y destapando confesiones íntimas del rey, como que Felipe ocnsidera perfectamente legal hacer negocios y enriquecerse con el cargo porque "la Constitución no lo prohíbe", en palabras literales suyas. La bola de nieve se hace grande y nada la parará. Felipe intenta detener el alud poniendo un nuevo jefe de la Casa del Rey, Camilo Villarino. Y queda Letizia. La reina sigue atemorizada, deprimida, literalmente "hundida" confirman fuentes de Palacio a Pilar Eyre. Pero hace pocos días Letizia ha hecho algo que no hacía desde que estalló el escándalo de los cuernos el 3 de diciembre: en un acto oficial en León se ha acercado tímidamente a las personas que estaban en la calle esperando saludarla. La foto solo la tiene Casa Real:

Fue la semana pasada. Bajo la lluvia se acercó con miedo a estrechar la mano a algún monárquico que había desafiado el mal tiempo y el frío para ver a la reina. No trascendió lo más temido por Letizia, que le gritaran: "adúltera", "infiel", "Has engañado a Felipe" o "Felipe sí, Letizia, no". Letizia traga saliva, todo controlado. Prueba superada, la calle no la abuchea. El muro de silencio de la prensa da sus frutos. Letizia, sin embargo, tiene los nervios a flor de piel y lo demostró antes de que estallara el escándalo. Sucedió en Tudela, Navarra, en un acto oficial el pasado mes de noviembre, cuando Letizia ya sabía que se publicaría el libro de Peñafiel por una editorial propiedad de un ex ministro del PP: Manuel Pimentel. La advirtieron que su relación adúltera con Jaime del Burgo pasaría a ser conocida. No existe un solo español que no la conozca. Antes de hacerse público pasó esto:


Aquel día Letizia salió a la calle, atravesó una gran avenida sobre unos zapatos de tacón y aceptó el regalo de una mujer mayor. Una vecina de Tudela quiso obsequiar a Letizia con un pequeño detalle para agradecerle la visita: un cordón de nácar y bolitas con la inicial de Letizia, la ele. El precio es de 19 euros y los fabrica una pequeña tienda de barrio de Tudela, Tu Toque Shop. La señora, humilde, se había gastado 19 euros porque le hacía ilusión dar un recuerdo a Letizia. Atentos a la cara de asco de la reina cuando recibe el obsequio y sus palabras: "Ah, ¿un cordoncito? Perfecto, gracias" y se lo saca de encima dándolo a alguno de los agentes de seguridad que la acompañan. Audio y vídeo:
Si hacéis un regalo y veis tanto entusiasmo que haríais ??? pic.twitter.com/HfLGAg00Mr
— FERNANDO CAMPO�������� (@FECAMPO) January 19, 2024


La diferencia entre la Letizia en la calle de antes y después del escándalo es indistinguible. Antes era huraña, malhumorada y un punto maleducada por el poco entusiasmo y la mucha displicencia al recibir un cordoncillo de bisutería barata. Y ahora sencillamente esquiva a la gente. El próximo martes tiene un acto oficial en Catalunya, en Lleida, donde difícilmente osará salir a la calle a dar la mano. Letizia teme la calle.