Este viernes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la reina de España no trabaja. No hace huelga, la suya es una baja voluntaria. Forma, desgraciadamente, parte de su tradición. La agenda de Letizia está en blanco, como la mayoría de los días de la semana. Desde que estallara el escándalo Jaime del Burgo, su desaparición sistemática respondía, lógicamente, a la tensión del momento. Ahora que Zarzuela parece haber fulminado al excuñado y examante, la actitud continúa. Y es que quizás el fuego ha cesado, pero el fantasma del navarro es muy largo. Ha hecho mucho daño.
Mientras la reina Sofía parece hipervitaminada, con una retahíla de apariciones oficiales en 10 días, la titular está de capa caída. Sí, la vimos pronunciando un discurso por las enfermedades raras, con gran capacidad de oratoria, y hace unas horas en el concierto en recuerdo de las víctimas de los atentados yihadistas del 11-M. Pero con respecto a la reivindicación feminista, a la lucha por los avances a favor de las mujeres, ni está, ni se la espera. Y no es que este 8-M no tenga anotación alguna en la agenda, no. Es que también se ha fumado otros actos que podrían servir como guiño al colectivo del cual ella es, o era parte, antes de enredarse con la Casa Real española. La institución machirula por antonomasia, por cierto. El gesto de la consorte no ha pasado desapercibido.
La Sala Ernest Lluch del Congrés de los Diputados acoge desde el jueves 7 de marzo una Cumbre de Mujeres Juristas, organizada por el Colegio de Abogados de Madrid. Letizia conoce perfectamente la iniciativa porque es presidenta de honor, porque ha hecho acto de presencia en otras ediciones y porque aceptó la invitación hace unos meses. Parece que los servicios de protocolo de la Zarzuela advirtieron a los convocantes que no podían asegurar su participación en el acto inaugural, pero la ausencia de otros compromisos y la supuesta involucración de la asturiana con su causa, este año dirigida a "acelerar el tránsito de la igualdad legal a la real", hicieron pensar que se trataba de un formalismo por si pasaba algo gordo. Y por eso, cómo leemos en 'Monarquía Confidencial', que la afluencia de abogadas y juristas fue numerosa. También su decepción.
Por primera vez en los 11 años de historia de la cumbre, nunca había coincidido con el 8-M. Era una fecha simbólica y muy adecuada, que cerraba de manera lucida la primera Semana de la Igualdad del Colegio de Abogados. Pues ni así, Letizia las ha dejado tiradas. La sala era un jaleo constante: "¿Que no viene la reina? ¿Por qué?" Algunos, enfadados, hablaban claro: "Suena a excusa, no se entiende, los años anteriores sí ha venido, y no coincidía con otro acto". Casa Real ya ha lanzado pelotas fuera, pero no cuela: es un gesto feo. ¿Letizia vaguea o solo se mira el ombligo? ¿Sigue en pánico? Sea como sea, queda claro que la reina no cambia. La decepción es su especialidad.