El triángulo amoroso Felipe-Letizia-Del Burgo sigue siendo la única noticia monárquica que interesa. La prensa sigue haciendo el ridículo hablando de Pablo Urdangarin o la infanta Elena como si ahora tuvieran el más mínimo interés. Y no. Han quedado todos eclipsados por el gran tema: la salud del matrimonio real. Toda la familia, incluso las salidas nocturnas de Leonor o la fiesta de cumpleaños de Juan Carlos, son una mera comparsa al lado de lo que realmente interesa: cómo está Letizia, qué hará Felipe y cuál será la próxima jugada de Jaime del Burgo. Zarzuela sigue callada y solo informa que Letizia esta última semana antes de Navidad tiene dos salidas de Palacio obligadas, dos actos oficiales. Su gran pánico es que no sean en la calle sino entre cuatro paredes para evitar lo que todo el mundo sabe que puede pasar, que alguien le grite "adúltera" y la imagen real quede todavía más tocada.
El rey se va a Kuwait a dar las condolencias por la muerte de un emir y Letizia se va a Asturias para un acto del Instituto Cervantes, a puerta cerrada. Pero el jueves llega el drama, Felipe y Letizia tendrán un acto conjunto imprescindible, la clausura del semestre en que España ha presidido la UE, con un concierto en el Auditorio de Madrid. En circunstancias normales serían un acto más pero el del jueves puede ser un grave quebradero de cabeza. Letizia entrando en el palco del auditorio y recibiendo la bronca general del público. Eso ya le pasó en el Liceo de Barcelona el año 2013 como recogía El País "Algunos de los asistentes no dudaron en gritar a los Príncipes "foteu el camp", expresión catalana un tanto malsonante que viene a significar marcharos de aquí". Sería suficiente que alguno de los invitados al concierto grite a Felipe "cornudo" para hacerla tambalearse, como le pasa a Glenn Close al final de Las amistades peligrosas. Su vida social quedaría anulada para siempre. Letizia tiene pesadillas con esta imagen:
Pilar Eyre, según revela en su imprescindible canal de Youtube, ha hablado con testigos presenciales que han compartido el último acto oficial con Letizia, el miércoles pasado para la Fundación Princesa de Girona, y comprender cómo está la reina, y efectivamente está destrozada. Eyre: "Es delicado, no quiero ofender pero si no hablo yo casi no habla nadie. Mis noticias es que Letizia está devastada. Están poniendo a prueba su resistencia. En el acto del miércoles me comentan lo delgada que está, iba muy arreglada pero de aspecto devastado, sonríe mecànicamente. Todo aquello espontáneo que tenía, que hablaba, sonreía, te cogía del brazo... todo eso ha desaparecido, no intervino para nada en las conversaciones. Sin embargo el marido asombrosamente está más simpático que nunca, más sonriente, Lo normal es que la batuta la lleve ella. Cada día Letizia se levanta temiendo que haya nuevas revelaciones. Y es así Del Burgo sigue publicando tuits e instagrams". La foto es de este acto oficial el miércoles pasado:
El jueves puede caer el techo del auditorio sobre la cabeza de Letizia, que ya no podía retrasar más un acto multitudinario. Y Felipe, paradójicamente, está tan feliz. Por primera vez la imagen del rey parece más potente y protegida que la de la reina. Toda la prensa está permitiendo que se despotrique de Letizia sin que ninguna voz salga a defender su dolor, las causas que la llevaron a brazos de Del Burgo, que amenaza con nuevas informaciones, con pruebas, que dejen a Letizia más fastidiada. Y si adelgaza más caerá enferma. Una Navidad para olvidar en Zarzuela, excepto para el sonriente Felipe.