El paso de la reina Letizia por Salamanca, su único acto oficial de la semana, ha sido jugoso y productivo. Con una mañana tenemos bastante para hablar durante 7 días: que si saluda a manifestantes pro-VOX, que si Casa Real reclama reservas sanguíneas por si le pasa algo, e incluso las entrañables señoras que trinchaban a la mujer de Felipe VI tras saludarla en persona. Un festival de anécdotas y situaciones delirantes, pero hay más. A medida que pasan las horas salen nuevos detalles aparentemente anodinos, pero que tienen su carga de profundidad. Y uno de ellos es el bolso que lució en la ciudad de Castilla y León. Un estreno.
Estreno particular: la pieza era nueva, pero hace años que está guardada en uno de los armarios del Pabellón del Príncipe, el hogar de un matrimonio real en franca crisis y aroma de divorcio por obra y gracia de Jaime del Burgo. El vestidor de la asturiana es infinito y carísimo. No da abasto para dar salida a todo aquello que va adquiriendo, de una manera u otra, siempre aconsejada por sus estilistas de cabecera. No es Charlene de Mónaco, campeona mundial del gasto exorbitante en esta categoría, con más 300.000€ el año. Ella se mueve entre los 60 y el 80 mil anuales, que no está mal. En todo caso, es excesivo. Y que haya reciclado un bolso, aunque parezca un gesto digno de elogio, quiere decir precisamente todo lo contrario: es un desbarajuste.
Las conversaciones entre señoras deberían ser patrimonio nacional e inmaterial 😆 (contiene subtítulos) pic.twitter.com/UdqHpEpoKH
— Aarón Castro (@aaroncastrom_) February 20, 2024
Un sinsentido porque resulta que este complemento no se puede encontrar en las tiendas, cosa rara en estas situaciones. Y no se puede no porque el efecto Letizia haya hecho desaparecer y agotarse las existencias a velocidad supersónica, no. Tampoco porque se trate de modelos o firmas de precios astronómicos. La realidad es que si alguno de nuestros lectores o lectoras quieren llevar el mismo bolso rectangular de color verde tienen que viajar en el tiempo. La firma, española para más señas, ya no existe. No lloren, eso sí. No pasa nada. Estaban forrados y lo seguirán estando.
La pieza que Letizia ha rescatado del armario pertenecía a una de las colecciones de Uterqüe, la marca de lujo del imperio Inditex. Un cadáver desde que la familia Ortega cerrara los 80 establecimientos repartidos por todo el mundo, decisión empresarial tomada en 2021, integrándola en Massimo Dutti. 3 años como mínimo, por lo tanto, son los que el bolso ha languidecido olvidado, sin nadie que le hiciera caso, soñando con su oportunidad. Ha pasado de elemento de moda a objeto de museo. Eso no ocurre cuando vives con lo que es razonable y necesario. Pero la realeza ni es normal, ni pretende serlo. Saben sacarle todo el jugo a su condición de privilegiados. Da igual que tengas sangre azul de cuna o seas una advenediza en el ecosistema royal. Todos acaban haciendo lo mismo.