Felipe y Letizia celebrarán esta primavera 19 años de matrimonio. El 22 de mayo de 2004 los príncipes de Asturias unían sus destinos en la Catedral del Almudena de Madrid bajo una lluvia apocalíptica y un ambiente que de celebración tenía más bien poco: la tensión se masticaba. El mal rollo se extendía por todas partes: Letizia medio enferma y con la familia alborotada, y en la parte del novio la cosa no era mejor. Juan Carlos y la infanta Elena no querían a una plebeya y divorciada en su exclusivo círculo, la detestaban. Pero como Felipe había lanzado un órdago a sus padres ("o ella o nadie"), no tuvieron más remedio que tragarse el sapo. De mala gana, eso sí.

Los que sí tenían más ganas de marcha fueron algunos invitados ilustres. Por ejemplo Ernesto de Hannover, que cerró la discoteca Gavanna con una borrachera épica en la víspera. La intoxicación fue de tal magnitud que no lo pudieron sacar de la cama para asistir a la misa. Carolina de Mónaco, su mujer, tuvo que presentarse sola y humillada por los excesos del que, poco después, pasaría a ser su exmarido. Hubo otro caso muy curioso con su momento álgido durante la celebración previa. Se ve que había ganas de movida madrileña... entre asturianos. De la fuertota.

Ernesto de Hannover y Carolina de Mónaco / GTRES

Pilar Eyre explica las intimidades de la familia de Letizia durante su boda

Pilar Eyre destripa una y mil anécdotas del enlace en un nuevo vídeo en su canal de Youtube. Estaba muy bien informada, suya fue la exclusiva del vestido de la reina Letizia, confeccionado por Manuel Pertegaz en un piso de la Diagonal de Barcelona. La periodista, audaz, la clavó. Un diseño que por cierto fue de las pocas cosas que le dejaron escoger, empezaba a sentir el boicot de la "vieja" Familia Real. Quería meter baza en la lista de invitados pero le cerraron el paso, lanzándole un hueso con el que entretenerse: la elección de su traje nupcial. Un pasatiempo con aroma machista, como tantas cosas en la monarquía borbónica. Los Ortiz y los Rocasolano no sabían exactamente en qué lodazal se metían con su nueva familia política. Fueron invitados a la boda, pero con condiciones. Jesús, el padre plebeyo, vivía en pecado. Hacía dejado a Paloma Rocasolano, la madre, y rehecho su vida con Ana, con la que continúa ligado hoy en día. ¿Divorciado y de novios? Alerta. Si no se casan, no vendrán, explica Eyre, qué imagen. El hombre accedió, pero cuando llegó la invitación, sorpresa: la esposa no era bienvenida. Otra vez igual: qué imagen que la madre y la nueva mujer compartieran espacio y oxígeno. Fuera.

Pilar Eyre / Youtube
Letizia y su padre Jesús Ortiz / TVE

El abuelo 'bailongo' y la pelea "a puñetazos" con Jesús Ortiz, el padre de la novia

Jesús ya llegaba calentito a la boda, pero quizás no esperaba hostilidad desde el bando asturiano. La cita era adecuada para no montar escándalos públicos, mejor pasar lo más inadvertido posible dentro del papel que les tocaba jugar. Pero el abuelo de la reina, Francisco Rocasolano, venía alterado. Tenía el corazón dividido entre la alegría de la nieta y el anhelo de venganza. El hombre lo dio todo durante la fiesta, era el rey de la pista de baile."Empezó a bailar allá en medio, a sacar a las condesas, duquesas y princesas reales, y todo el mundo lo encontraba muy divertido". Todos menosLetizia, que sentía vergüenza.Le dijo a su primo 'llévate al abuelo ya'. 'Pero cómo me lo voy a llevar con lo bien que se lo está pasando!' "No, no, te los tienes que llevar ya". El abuelo taxista y bailongo, a quien le habían cortado el rollo, volvía al hotel a regañadientes. Allí se alojaba el resto de la expedición familiar. Y se encontró con Jesús, que no se habia enfriado del todo. El hombre que había abandonado a su hija, perfecto. Hubo encontronazo y, explica Pilar con toda la suavidad del mundo, "hasta puñetazos". Si Jesús salió maltrecho no se notaba demasiado mientras llevaba a la novia al altar, eso sí.

Francisco Rocasolano, el abuelo de Letizia / Europa Press

El carácter de los Ortiz Rocasolano, así, al natural. De bodorrio. Gente normal.