El chup-chip se reaviva en Zarzuela y su sucursal en Abu Dabi. El toma y daca entre Felipe VI y Juan Carlos de Borbón ha acabado por romper la cuerda, y del entendimiento y el beso de Tatoi hemos pasado al desafío de Sanxenxo y el castigo de Londres. Padre e hijo fueron cazados besándose en el cementerio griego donde descansa Constantino II, hermano de la reina Sofía. Un gesto que teóricamente tenía que ser privado y oculto pero que un medio local captó y difundió de manera inmediata. El emérito salía de allí pletórico dando por hecha una vuelta admitida por el rey en ejercicio y Moncloa. Había, sin embargo, alguna línea roja: ni regatas, ni Galicia, ni exhibicionismo. ¿Y qué ha acabado haciendo el patriarca? Pues pasárselo todo por el forro, y de momento, no cumplir dos de los tres requisitos. El tercero ni cotiza en las casas de apuestas.
¿Pero qué ha pasado con el ciudadano Borbón que no tiene causas ni mancha alguna en España, pero que sin embargo se ha convertido en residente de pleno derecho de los Emiratos, dónde fue a parar al abandonar España de manera misteriosa una mañana de agosto de 2020? Porque representa una Corona sucia y sospechosa, interesada y opaca, nada fidedigna ni modélica. Mejor lejos para poder salvar un barco con más fugas que zonas sanas. Bueno, a una distancia controlada, reversible y de cara a la galería, porque por muy azul que sea la sangre sigue hirviendo y tirando bastante. Un equilibrio demasiado frágil, eso sí. Salta a la primera de cambio.
Juan Carlos desafía con Sanxenxo y Felipe lo castiga sin la coronación
La confrontación parece eso de '¿qué fue primero, el huevo o la gallina?' ¿Quién transgredió primero las normas, Juan Carlos filtrando que venía a España a repetir el show de 2022 o Felipe y Letizia chafándole la guitarra con su sueño más deseado, como era estar presente en la coronación de Carlos III el próximo 6 de mayo? ¿Quizás la famosa foto del abuelo, la infanta Elena y un Froilán con un aspecto indescriptiblemente impostado en Abu Dabi esta Semana Santa, publicada justo el día que reaparecía su nieta y futura reina Leonor, con dentadura nueva y su hermana Sofía en Chinchón? Sí, son muchas cosas a tener en cuenta, pero es que esta saga no para. Contraprogramar a las nietas enfureció, precipitando la decisión final, comunicada a través de la Agencia EFE: en la fiesta de Carlos III y Camila solo estarán los reyes Felipe y Letizia. Nadie más. El abuelo castigado; verá al nuevo monarca durante una comida privada el día 18 de abril. I por ende, Sofía triste, Letizia feliz. O casi. Deja a su enemigo sin reeditar el funeral de Isabel II, con sus bromitas y chistes habituales, como pasó junto a su nuera absolutamente asqueada y fulminándolo. Aquella imagen es histórica, pero no tendrá segunda parte. Ahora bien, la felicidad nunca es completa en Can Borbó.
Letizia escapa un marrón pero el viaje a Londres le reserva más incomodidades
La reina escapa de un marrón pero no evita otro. Londres, por una cosa o el otro, es un quebradero de cabeza. Molesta. Es más trabajo que disfrute, con todo el con respecto al concepto de trabajar, porque si por algo no es conocida la monarquía y sus satélites es por currante. Letizia sufre por una obligación de su marido justo el mismo día de la coronación, hecho por el cual no podría volver a Madrid a descansar; tendría que acompañar Felipe durante la final de la Copa del Rey en Sevilla. Un Real Madrid - Osasuna que, a primera vista, no parece el plan más excitante para una pareja que vuelve cansada, cargadita y entre rumores de mal rollo matrimonial. No es demasiado futbolera, cosa que no comparte con sus hijas, especialmente Sofía.
¿Aguantará el tipo y acabará el domingo en el fútbol o buscará una excusa y un transporte que la deje en Madrid, tranquila y degustando la victoria sobre su suegro? La respuesta, pronto. De momento, eso sí, sabemos que los Borbones no decepcionan nunca, siempre hay movida.