El viaje oficial más accidentado que se recuerda de los reyes Felipe y Letizia al extranjero, con esperas insólitas, errores de protocolo, mosquitos masacrando a Letizia y jefes de gobierno latinoamericanos poniendo la conquista Española a parir. Pero puede tronar o llover que Letiziia va a la suya. Ella ha ido a Argentina con el baúl de Concha Piquer, lleno de trajes de fantasía. La reina ha dejado para el final el más excesivo:
Ya se ha publicado la manía de Letizia por ir con escotes palabra de honor (palabra de honor que no me caerá) y mostrar bíceps fornidos de boxeadora. Ya que hace gimnasia, que se vea. Como quién se hace un tatuaje: o se enseña o no vale. Letizia todavía no se ha tatuado, todo caerá, pero en la recepción con la primera dama parecían sobrina y tía:
El traje rojo de la reina era un exceso por cómo iba su anfitriona y para pasear de noche por el aeropuerto. Según El Mundo: "La Reina se ha decantado por un vestido rojo burdeos para la recepción a los Macri en el Four Seasons de Buenos Aires. Los complementos en negro fabulosos: el clutch knot de Bottega Veneta, los pendientes de diamantes de Grisogono y los salones destalonados de vinilo negros que estrenó hace unos días y firmados por Manolo Blahnik. ¡De diez!".
La prensa de la capital se ciega diciendo que el vestido de Letizia era patriótico: "Es el color que mejor le sienta a la Reina (y muy patriótico, de paso), tiene un corte recto ultra elegante, un escote palabra de hono rmuy favorecedor y un detalle de asimetría absolutamente encantador" (Glamour). En Blau prefiere los adjetivos fresca y descocada.