Letizia siempre ha sido una mujer muy elegante, todos los medios de comunicación especializados alaban su belleza y sus impecables estilismos, no hay nadie que le haga sombra, es la monarca más aclamada. La prensa internacional siempre hace una buena crítica. Sabe estar en su sitio, aunque frente a Felipe VI siempre tiene un afán de protagonismo. La reina tenía un complejo muy grande cuando se casó con el príncipe, la altura. Se vio muy baja en comparación a su marido y a sus suegros. Todos en la familia eran mucho más alta que ella, por ello empezó a usar tacones altos, los más altos del mercado, en algunas ocasiones no se entendía cómo podía aguantar el equilibrio. Estos tacones durante toda una jornada, un día sí y otro también le comenzaron a hacer daño y a destrozarle el pie, pero no dejaba de usarlos porque se veía más alta, estilizada y no quedaba en ridículo al lado de su marido y de sus hijas.
Por esta incasable manía, Letizia padece una dolorosa condición en el pie, conocida como neuroma de Morton, que afecta al metatarso, generalmente entre el tercer y cuarto dedo del pie. No obstante, esta no es la única dolencia en el pie que experimenta la madre de Leonor, ya que también ha sido diagnosticada con una metatarsalgia crónica.
Las personas que sufren esta enfermedad suelen describir la sensación como si llevaran una piedra en el zapato o una arruga en el calcetín, algo que constantemente les incomoda. Es un dolor intenso, parecido a una quemazón, que a menudo viene acompañado de entumecimiento en los dedos. Sin embargo, externamente no se aprecia ningún signo visible de esta condición.
A lo largo de los años, Letizia ha recurrido a infiltraciones para aliviar el dolor, ya que se trata de una dolencia crónica. Sin embargo, recientemente ha considerado la opción de operarse. La situación llegó a un punto crítico durante un viaje a los Países Bajos. Para alguien como ella, conocida por ser meticulosa y perfeccionista, fue un momento especialmente incómodo. En la recepción ofrecida por los reyes holandeses, tuvo que permanecer sentada mientras saludaba a los invitados. Además, no pudo entrar al gran salón junto con los anfitriones para la cena, ya que ya se encontraba sentada en su lugar. Incluso necesitó una silla de ruedas para moverse en ciertos momentos.
El mayor ridículo de Letizia en un acto institucional por culpa de su dolencia
Curiosamente, Letizia estuvo ausente de la agenda oficial durante las dos semanas posteriores a ese viaje, justo el tiempo recomendado para el reposo tras una operación de este tipo. Durante ese periodo, no tuvo ningún compromiso institucional, lo que llevó a algunos a especular que había perdido protagonismo dentro de la Casa Real. Sin embargo, después de ese descanso, retomó su actividad con eventos, aunque de menor relevancia. Su reaparición tuvo lugar en el Teatro Real, donde explicó que se había golpeado el pie con una mesa, lo que le había causado una fisura y la obligaba a usar zapatillas deportivas más cómodas.
Pero esa versión no era cierta. Fuentes cercanas a Zarzuela confirmaron lo que se venía sospechando: Letizia se sometió a una cirugía programada para tratar su dolencia. Como suele ser habitual, la Casa Real optó por mantener el asunto en total discreción y no ofreció ninguna declaración oficial al respecto. Este tipo de secretismos son, precisamente, los que contribuyen a distanciar a la institución de la ciudadanía.