Letizia siempre ha querido dar una imagen de mujer elegante, responsable y disciplinada. Es fría y calculadora, además de controladora. Se ha metido en su papel de reina consorte. Lleva la voz cantante por encima de Felipe cuando se encuentran en casa. Con la ayuda de sus asesores está intentando mejorar algunos errores que han cometido a lo largo de estos años. Quieren mostrarse como una institución más moderna y cercana para que los ciudadanos vuelvan a confiar en la corona después de las polémicas de Juan Carlos.
Sin embargo, algunos medios de comunicación han contado con testigos que se han encargado de dar una mala imagen de Letizia, y es que la reina de hoy en día no se parece en nada aquella joven que estudiaba periodismo y que viajó por medio mundo. Era una mujer totalmente libre, alocada, como cualquier joven. Fumaba y se lo pasaba en grande por las noches, sin embargo, cuentan sus compañeras que daba mucha envidia porque era muy responsable con sus estudios y su trabajo. Al día siguiente estaba fresca como una lechuga y daba el 100% para que todo saliese perfecto. Era admirable.
Todavía se recuerda aquel famoso tatuaje que dicen que se hizo en alguna parte del cuerpo discreta o cuando hacía autostop por la Costa Brava, incluso tomaba el sol como Dios la trajo al mundo en la playa. Incluso vendía tabaco de contrabando.
Letizia era una mujer muy juerguista, pero responsable
Letizia maduró demasiado pronto, y es que con tan solo 17 años se enamoró de su profesor de instituto, con quien terminó casándose, Alonso Guerrero. Pero el amor no duró para siempre, era normal, demasiado pronto y demasiados años de diferencia, cada uno estaba en un tiempo diferente.
Según la revista Quién, Letizia no tenía planes de volverse a casar ni comprometerse, quería ser una mujer libre. De hecho, tampoco tenía planes de ser madre porque en aquel momento no congeniaban con su trabajo. Es una persona muy ambiciosa y le gustaba escalar posiciones, siempre quería más. En 1995, Alonso y la periodista tenían varias discusiones por los celos de él. Siempre le estaba diciendo que dejase esa vida de fiestas y se centrase en sus estudios. “Ella ‘había elegido no tener días de descanso en el periódico. Y ella le respondía: "¡Joder, tío!, ¿cómo voy a dejar una cosa que me apasiona?" Quería aprender muy rápido, comerse el mundo a mordidas”, cuenta una testigo.
También revela que Letizia estaba siempre con el “joder” en la boca, era su frase favorita. Era muy mal hablada, desde que conoció a Felipe moderó sus formas. A Alonso, su ex, le llamaba Chiqui.