El circo de siete pistas de la Casa Real española celebra desde este jueves y hasta el próximo lunes funciones especiales, extraordinarias, colosales. Vuelve su gran estrella tras dos años de ausencia por unos problemillas sin importancia con no sé qué acusaciones infundadas de dinero y tal. Paparruchas. La Fiscalía te lo afina, amigo. Juan Carlos de Borbón vuelve de Abu Dabi para pasar el fin de semana entre amigotes en Sanxenxo, y el lunes ya si eso pasará a ver a la familia. Todo esto ya se sabía o se intuía con el transcurso de la semana y de los acontecimientos. Que si un viaje de Felipe a los Emiratos, que si no me encontraré con mi padre con quien no hablo desde hace años pero lo llamaré por teléfono, ahora que quizás vuelve de weekeend, ahora que sí que lo veremos el sábado en Galicia... y anoche, el golpe final: no es que venga el fin de semana. Es que YA ESTOY VINIENDO. Y nosotros que nos lo tragamos todo. El hedor a trampa es inhumano. Y a vergüenza, también.
La confirmación final llegó en forma de comunicado oficial firmado por la Casa Real después de una llamada de última hora del turista más famoso del país. Un texto supervisado por el rey actual que explica más bien poco: "Su Majestad el Rey Don Juan Carlos ha trasladado esta tarde a la Casa de Su Majestad el Rey su deseo de que haga pública su decisión de desplazarse a España a partir de mañana día 19 hasta el próximo lunes día 23 de mayo". Después nos informa de su agenda. Aquí hay sorpresas, sobre todo en la parte final, cuando explica que irá a Madrid para encontrarse con sus parientes en la Zarzuela. Entre ellos, claro, "Su Majestad el Rey" y "Su Majestad la Reina". ¿Qué reina? Sólo una. Otra con la que no habla desde hace mucho de tiempo: su mujer Sofía. Ah, qué rencuentro tan bonito, marido y mujer podrán abrazarse después de añorarse tanto tiempo. Ironía, claro. Lo que es menos irónico es de la reina que no habla. De hecho, la reina de verdad, no la griega: Letizia.
Alguien ha olvidado incluir el nombre de la nuera Letizia. Qué casualidad. Precisamente la persona que Juan Carlos (y el juancarlismo) odia con todas sus fuerzas. Alguien podría pensar que el comunicado lo ha redactado él propio emérito en la sala de embarque del aeropuerto. Pero claro, por mucho que le escueza al señor, él no manda. Por encima suyo está Felipe, quien hasta hace dos minutos no quería verlo en España ni en cromos. Una opinión compartida por su esposa, que tiene calado al patriarca y que sabe que su presencia es un peligro para la institución/negocio que tienen entre manos. Su marido, sin embargo, ha claudicado. ¿Por lástima? ¿Por presiones? ¿Por pusilánime? ¿O por hipócrita, comprando el relato de "no tiene causas pendientes"? Bien, eso pasa porque la justicia española ha hecho lo que ha hecho. En Londres, por ejemplo, lo quieren meter un puro para acosar a la amante Corinna. Pero vaya, sea como sea, 'El Preparao' ha dado luz verde al viaje de 'El Campechano', y no sólo eso: ha permitido la humillación pública e histórica a su mujer, la reina.
Lo explicaba muy bien la cronista real Pilar Urbano en 'El Objetivo': "Una falta de respeto enorme. Una grosería. Aunque lo pidiera Juan Carlos, el que manda es Felipe, el rey. Manda el que ciñe la corona". Fiel a su sarcasmo habitual, encuentra dos explicaciones a la ausencia del nombre de Letizia, sustituida por un genérico y amorfo "otros familiares". Atención: "O es un edecán despistado que se ha olvidado de poner un plural, o han hecho una elipsis porque igual se ha muerto, no lo sabemos". En todo caso, entre padre e hijo, hijo y padre, el mensaje es contundente: la reina no es nadie en la Casa Real.
Pilar Urbano, sobre que no se mencione a Letizia en el comunicado: "No se puede hacer tan patente. Eso es una falta de todo protocolo y de las más elementales cortesías. Es una grosería con la reina consorte, no sé cómo Felipe lo ha consentido" #ObjetivoEmérito pic.twitter.com/W22WtPm6IK
— El Objetivo (@ObjetivoLaSexta) May 18, 2022
Felipe deseando que llegue el lunes por la noche a toda prisa y decirle al emérito "hasta más ver". Mientras tanto quizás le toca dormir en el sofá. La cólera de Letizia puede ser terrible.