Es un momento clave para Casa Real. El día más emotivo pero también uno de los más peligrosos, especialmente para Letizia. Se ha visto una reina como siempre elegante y sublime en el papel que le corresponde, no obstante, en esta ocasión ha vuelto a mostrar su lado más vulnerable por su hija. El amor que siente hacia ella ha traspasado todo el protocolo. Una vez más su sonrisa definía emoción y sus ojos se volvían vidriosos con alguna lágrima a punto de escaparse. La princesa estaba muy nerviosa, pero contenta, como el resto de la familia.
Casi a las 10 de la mañana empezaba un día frenético. Los reyes llegaban al Congreso de los Diputados seguidos de otro coche en el que viajaban sus dos hijas. La joven juró la Constitución ante el Rey en el Congreso de los Diputados. Al acto solo asistieron los reyes y la infanta acompañados de autoridades de varios partidos políticos, así como otros rostros importantes del país. El siguiente acto tuvo lugar en el Palacio Real, allí Leonor concedió su primer discurso como futura reina de España y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, le entregó el collar de la Orden de Carlos III. Almorzaron con las autoridades.
La familia real ha empezado a reunirse ahora a cuentagotas en el palacio de El Pardo, sitio elegido para celebrar el cumpleaños de Leonor. Dieciocho años que se celebrarán de una forma muy especial. Los reyes han querido hacer gala de su sencillez y dejar de lado el lujo y la ostentación. No han invitado a ninguna monarquía europea. La fiesta es de carácter íntimo, privado y discreto, a la que solo han sido invitados los familiares de Felipe y los de Letizia, además de algunos amigos íntimos de la familia. Para acceder se ha prohibido el uso de teléfonos móviles.
Letizia y Juan Carlos, enfrentados. Reencuentro con Leonor
Letizia ha tenido que dar un paso al frente por el bien de su hija Leonor. En una estrategia por modernizar la imagen de la corona ha estado apartando a los Borbones de la corona española con tal de mostrar una nueva imagen. Sin embargo, una década vuelven a reunirse por obligación. Si hubiese una cámara dentro del gran salón se verían miradas que afilarían cuchillos. Muchos de ellos ni se hablan. Es el caso de Letizia y Juan Carlos. Entre ellos la relación está rota. El emérito nunca quiso a la mujer de su hijo, y además la ve como la culpable de todos sus males. La culpa de su exilio y su abdicación, así como todos sus problemas judiciales.
La reina ha dado un nuevo golpe sobre la mesa y ha apartado a Juan Carlos. Ha llegado a El Pardo, pero ha controlado cada uno de sus movimientos. Apenas le deja estar al lado de Leonor. Le ha alejado de sus hijas en la mesa. Prefiere sentar a Paloma Rocasolano y a Jesús Ortiz.