La Familia Real ya solo se reencuentra en los funerales. Siguen dos bandos claramente diferenciados, los cuatro de Zarzuela (Felipe, Letizia y las hijas Leonor y Sofía) y los expulsados de Zarzuela: las infantas y sus seis hijos. Hay un verso que no rima con nadie, la reina Sofía, que parece siempre ausente, como quien hace ver que no se da cuenta de que el marido es adúltero y corrupto y a la mujer del hijo la engaña con el cuñado. Sofía siempre se autoinvita a todo, a la boda de Almeida o al funeral de Fernando Gómez Acebo, al primo de Felipe prematuramente muerto, hace un mes, a los 49 años y que deja a un hijo huérfano. Un drama donde Juan Carlos tuvo la barra de no venir a la misa por el muerto el fin de semana que murió porque le coincidía con una carrera de la Fórmula 1. Pero ahora, como tenía que estar en Madrid para la boda de Almeida se ha presentado al funeral. Allí se han producido unas cuantas fotos curiosas, como la de Letizia entrante sonriente a un funeral, la única que reía, otra vez fuera de lugar Letizia:
El funeral tuvo todos los tópicos aristocráticos: ocho sacerdotes oficiando la misa, en una iglesia castrense, donde tocaron el himno de España con el órgano de misa, con la flor y nata de la nobleza madrileña, de la hija de la duquesa de Alba Eugenia Martínez de Irujo, en el hilo de Carmen Martínez Bordiu, supuesto heredero legítimo en la corona de Francia, Luis Alfonso de Borbón. La curiosidad es que.a diferencia de la boda del sábado, al funeral de lunes coincidieron las dos ramas enfrentadas de la Casa Real: Felipe y Letizia con las infantas, los niños Marichalar y los eméritos. Una bomba de relojería que reventó en una foto, la del encontronazo cara a cara, a un palmo de Juan Carlos y Letizia. Una foto que hace años, parecen décadas, que no se produce. Letizia ha aceptado volver a coincidir con su familia política en actos contados, como los 60 años de Elena o los 18 de Leonor, pero sin una sola foto colectiva. Ha conseguido evitar compartir cierno con su suegro, a quien veladamente acusa de ser el instigador de la venganza de Jaime del Burgo, defensor del reinado de Juan Carlos por encima del reinado de Felipe. Letizia se tropieza con Juan Carlos en la entrada de la iglesia, que la mira a un palmo mordiéndose el labio como diciendo: "húndete sola":
Esta foto es histórica por inédita: Juan Carlos y Letizia cara a cara. Se detestan, en público y en privado. Él acusa a la reina de haberse conchabado para convencerlo de que abdicara y se exiliara a los Emiratos, y ella acusa al emérito de haberla utilizado para tapar sus miserias, delitos e infidelidades y ahora estar detrás de la operación de descrédito puesta en marcha contra Letizia por Del Burgo, monárquico del antiguo régimen. La lástima es que el fotógrafo no pudo retratar la cara de Letizia, que a pesar de las operaciones de estética no puede esconder los gestos de ira, rabia o asco. Letizia y Juan Carlos, cara a cara, haciendo un pulso que han perdido los dos. La imagen del emérito y de Letizia ya está unida por lo mismo: el descrédito. Y la pena de los dos es que les une Felipe, un hombre a quien tanto Letizia como Juan Carlos consideran menor, pusilánime, poco preparado para el cargo. Y esta idea los devora. Se saben más listos que el rey Felipe pero los dos tienen que seguir órdenes de Felipe. Como tropezarse en un funeral.
Juan Carlos y Letizia también están unidos por una cosa: ninguno de los dos fueron al verdadero funeral por Fernando del domingo 3 de marzo, los más sentidos, 48 horas después de morir. Ahora un mes después ya no se han podido inventar excusas para no estar. Los dos unidos en la misma vergüenza por la imagen, ya hundimiento de Casa Real. Solo hay un gesto correcto: sacar a Leonor de todo este teatro. Ni la lluvia que caía en Madrid a la salida limpió la imagen de Casa Real.