La princesa Leonor no sabemos si después de 72 horas que zarpó al Juan Sebastián Elcano ya se añora de Zarzuela, de su casa y su familia. Lo que no es difícil imaginar es que al revés, sí que pasa. Solo viendo a su madre Letizia llorando deshecha en el puerto de Cádiz preguntando "¿Dónde está mi chica"? cuando la veía alejarse en el barco, ya nos podemos imaginar que Letizia debe estar sufriendo por cómo estará su hija y esperando que todo vaya bien. Por si acaso, la heredera cuenta con un amuleto del cual no se separa en ningún momento, una pulsera de color verde de siete nudos que evita males de ojo y cualquier cosa externa negativa que le pueda pasar, según dicen los que creen en talismanes.
La reina tiene ahora otro motivo para fruncir el ceño, que no le habrá hecho gracia saber. Y es que ya sabemos cómo se toma Letizia el tema de la alimentación. Ya sabemos cómo de obsesionada está la asturiana con qué come o deja de comer su familia, especialmente sus hijas, y más, ahora que las tiene lejos de casa y no puede estar tan encima ni controlar tanto como querría, como sí hacía cuando eran escolares y tanto Leonor como Sofía iban a Santa María de los Rosales. Si por la monarca fuera, se comería cada día acelgas en casa. Pero tiene que pasar por el aro y aceptar algunos antojos de vez en cuando. Pero que lo haga no implica que esté contenta. No le queda más remedio, y al saber algunas particularidades que se vivirán en el Juan Sebastián Elcano, todavía se le habrán puesto más los pelos de punta.
Explica la revista Vanitatis en qué consistirá, a grandes rasgos, el menú que tanto ella como el resto de compañeros guardamarinas de su promoción tendrán cada día durante medio año, durante los seis meses que durará su formación naval. Dos cocineros, ayudantes, supervisados por una nutricionista, y según ex tripulantes del barco donde ahora está la princesa, "Se come muy bien y en abundancia. Y no hay diferencia. Toda la tripulación tiene el mismo menú". Desayuno a las 7 de la mañana: café, batidos, tostadas, zumo de naranja y tortas Rosales. También fruta, la que vayan encontrando en función de los puertos donde lleguen. A la hora de la merienda, dulces. Y Letizia, mosca. No acaban aquí los dulces. Todos los fines de semana, cada domingo, habrá churros con chocolate y torrijas. Y "la estrella es el bocadillo de bacon con queso y a veces se forman largas filas para calentarlo en un hornillo". Y los días de fiesta, aperitivo especial que se llama 'meridiana'. Y jamón. Mucho jamón, con el omnipresente Enrique Tomás que tuvo un detalle con los tripulantes, entregando una caja con 252 sobres, uno para cada profesional que hay en el barco.
Leonor, pues, que se pondrá las botas, "lo que más gusta es el jamón y la paella". Seguro que los dulces y los churros también tienen una acogida descomunal. Lo único que espera Letizia es que su hija Leonor no abuse de ello, teniendo como tiene la reina, una animadversión casi enfermiza contra los dulces.