Desde que Letizia llegó a la Casa Real, ha demostrado en incontable ocasiones su carácter controlador. En Zarzuela se hace lo que ella dice, constantemente controlando qué se hace o qué se deja de hacer, en casa se hace lo que yo digo, cosa que le ha comportado a menudo que la miren mal en su propio entorno. Los Borbones son muy Borbones y la obsesión de la reina por tenerlo todo calculado, a veces ha chocado con la tradición y el protocolo de esta institución. Al final, más o menos se ha ido combinando el tema, Letizia ha tenido que dar su brazo a tocer en algunas decisiones y no siempre ha podido salirse con la suya. Una de las cosas en las cuales la asturiana ha tenido que tragar estando donde está es con la cuestión marcial.
La historia monárquica establece que el rey sea el jefe del ejército español, cosa de la cual se enorgullecen los reyes Juan Carlos y Felipe, deseosos, de colgarse tantas medallitas como sea posible, encantados de la vida de sacarle el polvo al traje militar, de tragarse el palo de una escoba cada 12 de octubre, de presidir con lágrimas en los ojos el desfile del Día de la Hispanidad, de pasar revista con cara de circunstancias a las tropas cada vez que ha hecho una visita oficial en algún destacamento, con toda la tropa plantada y seria mientras los monarcas van haciendo el paripé de ir saludando al personal.
Letizia se tiene que tragar las pocas ganas que tiene de ver a su hija haciendo lo mismo que Felipe, pero la tradición manda. A la reina no le gusta que Leonor pierda tres años de su vida en tres academias militares españolas formándose para asumir este papel, pero no tiene más remedio que mirar hacia otro lado y asumirlo. Pero una cosa es ver cómo la joven hace prácticas militares haciendo de soldadito español, haciendo desfiles y saliendo al patio de la academia de Zaragoza mientras suena la música, y una de bien diferente es ir a alguna misión real, participar en alguna misión militar en el extranjero. Letizia tiembla con esta posibilidad que ahora parece más cercana que nunca, tal como explican en Monarquía Confidencial.
El mencionado portal revela que "Leonor puede seguir ‘rompiendo’ moldes, porque se han planteado que la princesa de Asturias culmine su formación militar participando en una misión en el extranjero", según fuentes próximas consultadas. Explican que aunque se están estudiando posibles opciones y repasando "minuciosamente todo lo relativo a la cuestión de la seguridad", quizás la heredera da el paso de no ser una simple alumna, sino que se convierta en una integrante más, es decir, que cuando acabe en su formación, participe en algún despliegue. La decisión todavía no está tomada, pero cuando el río suena... No solo a la princesa se le da bien el tema, y es de las que tiene más puntería, sino que ahora podría coger el petate y ponerlo en práctica "y experimentar en sus carnes las peculiaridades de la dedicada vida castrense". Actualmente, las Fuerzas Armadas españolas están presentes en 17 misiones en el exterior, con 3.000 militares esparcidos en cuatro continentes.
Según fuentes consultadas, donde mejor encajaría Leonor sería en la misión internacional del Líbano, donde "la princesa se integraría como un casco azul más de la ONU en la base Miguel de Cervantes, en Marjayún, donde está ubicado el Cuartel General del Sector Este de la misión. Se trata de una base de gran tamaño, bien protegida, a la vez que respetada por los actores en conflicto de la zona: Israel y las milicias de Hezbolá"... Todo lo que quieran, puede estar bien protegida, pero seguro que a Letizia le debe estar temblando todo solo de imaginarse a su hija allí, cerca de una zona de conflicto. Otra opción que hay encima de la mesa es la de que la hija de los reyes pase a formar parte de un buque de la Armada, "en alguno de los grupos navales permanentes de la OTAN que vigilan el Mediterráneo y el Atlántico, así como en la misión Atalanta, en aguas de Somalia para combatir la piratería"... Veremos qué acaba pasando. Letizia tiembla.