No puedo más. Esta es la frase de Letizia que la mejor experta, Pilar Eyre, ha puesto en boca de la reina después de su pésimo viaje oficial a Holanda. El resultado de una visita de Estado preparada y estudiada al detalle desde hace meses por dos casas reales, la española y la de los Países Bajos, ha sido un fiasco monumental para la española. Si la monarquía es imagen, la foto de una Letizia agotada, con dolor de pies incapacitada para recibir un simple besamanos hunde su imagen. Y lo hace en un momento fatídico, cuando toda Europa sabe por lo que publican las revistas extranjeras, del affaire con Jaime del Burgo. Letizia podía optar por dar un paso adelante y explicarse. No es difícil, tuvo una mala época con el rey Felipe en el pasado que han superado juntos, unidos, por sus hijas, bla, bla y tema zanjado. Pero el pánico, el terror de que Del Burgo revele alguna historia más turbia ha paralizado a la reina, que ha optado por la estrategia opuesta: dar pena. Sentada por el daño en los pies a pesar de calzar todo el viaje unos zapatos de tacón imposibles, incluso bajo la lluvia nórdica. Letizia o cómo ser absurda hasta el límite.
Eyre escribe a Lecturas el grave y persistente error de Letizia: "Iba sin medias, la temperatura era de 8 grados, y con zapatos de tacón no muy alto pero destalonados, difíciles de llevar porque no sujetan bien el pie y el tobillo “baila”. De pronto se puso a llover de forma torrencial y Letizia sacó la capa de Carolina Herrera que apenas abriga ya que está muy abierta y no tiene mangas. Daba grima ver su dificultad para caminar haciendo equilibrios con los tacones, bolso, paraguas, capa, sobre el suelo mojado, con la humedad subiéndole por las piernas desnudas. (...) El dolor agudo de pies, incapacitante, hubiera justificado su baja del evento, pero tal cosa era imposible. Encima, su estilista o ella misma, con un desacierto inexplicable, habían escogido para esa noche unos zapatos de tacón de doce centímetros, más plataforma, que dejaban el empeine totalmente vertical. Es seguro que hubo consultas con Máxima y con los jefes de protocolo y al final se decidió que Letizia se sentara en un taburete para saludar a los invitados mientras su marido y sus anfitriones permanecían de pie. De ahí esa insólita imagen que en pocas horas dio la vuelta al mundo".
Al día siguiente el dolor era tan persistente que Felipe tuvo que hacer el gesto que hace 5 meses que no hace: coger a Letizia de la cintura, para que no caiga "Hasta su marido llegó, en un momento dado, a sostenerla por la cintura porque se la veía agotada, como si llevara en la frente pintada la frase “no puedo más”. He aquí la frase, No puedo más, que todos atribuyen a la reina, desaparecida de la agenda oficial, asediada por su examante, arrinconada por su marido y cansada, muy cansada de todo. Eyre le recomienda que deje la vida pública, como mínimo un tiempo: ""Tener cámaras y miles de ojos analizando al detalle y escudriñando lo más mínimo, multiplica el malestar hasta el infinito. La reina lleva veinte años al pie del cañón, afrontando situaciones complicadas, críticas virulentas, tragedias familiares y problema conyugales. Si necesita un tiempo de retiro de la vida pública para someterse a cuidados médicos, como han hecho otros miembros de familias reales, Mette Marit de Noruega o Carlos de Inglaterra, todos la aplaudiremos". Los que más aplaudirán, los monárquicos, que detestan Letizia.
Las revistas del corazón han hundido a la mujer de Felipe VI y después del duelo de reinas con Máxima de Holanda, cuando todas las portadas tendrían que ir llenas de los looks de Letizia, el resultado es cero. Letizia no interesa, incluso la biblia monárquica, Hola, humilla a Letizia colocándola en una foto minúscula, del mismo tamaño que Máxima y regalando toda la portada a una irrelevantísima Paloma Cuevas. Letizia ya es solo un pie de página.