Que entre la reina Sofía y la reina Letizia no hay la mejor de las sintonías es un hecho. Que la suegra y la nuera no se soportan, está más claro que el agua desde hace años, casi desde que la asturiana aterrizó en la familia de los Borbones y acentuado después por lo que pasó en la salida de la catedral de Palma. Son como gato y perro, como la noche y el día, se parecen como un huevo a una castaña aunque comparten ser reinas de España y el vínculo que las une a su hijo y marido respectivamente, Felipe.
Ahora acabamos de vivir una nueva demostración de lo diferentes que son la emérita y la actual monarca. ¿Por qué? Por un collar con el que se ha visto a la griega. Y no uno cualquiera. Uno que vale un pastizal y tiene el sello de las piezas más exclusivas del mundo. Como apuntan en Vanitatis, "el gusto por las joyas de doña Sofía es un tanto peculiar". Propietaria de un joyero que quita el hipo, de traca, la emérita tiene valiosísimas piezas, alguna de ellas cargadas de simbolismo. Amiga de ir cargada y de lucir orgullosa sus pertenencias, tiene un cariño especial por una pieza que acaba de llevar, un collar inspirado en los famosos huevos de Fabergé. Una joya que tal como apunta el citado medio, siempre saca a pasear por Semana Santa, sobre todo, el Domingo de Resurrección. ¿Penitencia? La que tengo aquí colgada. ¿Toca hacer recogimiento? Pues ella saca el arsenal.
Hace más de cincuenta años que lo empezó a coleccionar, unos huevos que forman parte de un colgante de diferentes vueltas que se pueden dividir en pulseras lucidas por sus hijas Elena y Cristina, que se decantan por un solo adorno colgado de una cadena de oro. Los huevos del famoso orfebre y joyero de la corte imperial rusa y de otras monarquías europeas ha sido imitado hasta la saciedad y que vuelven loca a la reina Sofía... No parece, sin embargo, que pase lo mismo con su nuera. Y es que a Letizia, eso de los huevos de Fabergé, como que no. Explican que ella también tiene su propio huevo de pascua en forma de colgante. ¿Cuál? Un regalo de Maxim Voznesensky con motivo de su boda con Felipe en el año 2004, una joya creada en honor a la memoria del gran joyero. Una pieza hecha en oro blanco y diamantes que o bien no sabe dónde la tiene, o bien le da vergüenza, o bien no quiere que la asocien con la misma pasión que su suegra: "la reina la guarda en su joyero desde hace dos décadas, pero nunca la ha lucido, al menos públicamente".
Este objeto que cultiva polvo en un cajón no es una excepción. Ya lo suele hacer, Letizia, eso de recibir regalos y no llevarlos nunca. "También es el caso de una tiara de Carrera y Carrera de la que nunca hemos tenido noticias y que fue un presente de la propia joyería". O los de la Diputación de Cáceres, que todavía están esperando verla con "una gargantilla y pendientes de orfebrería tradicional elaborados en oro y alfajares, exclusivos de la provincia de Cáceres". O unos pendientes con la cruz de Calatrava del ayuntamiento de Palma o un colgante de oro obsequio del ayuntamiento de Salamanca: "No ha lucido todavía ninguna de estas piezas".