Letizia y Holanda han sido protagonistas a lo largo de la semana por la visita de estado de los reyes de España. Una cita salpicada por todo tipo de anécdotas, de problemas y de comparaciones. La vuelta a casa era muy deseada por la mujer de Felipe VI, necesita descanso, tratamiento y sacudirse el mal rollo que le llegaba en forma de recuerdos por la estancia en el país miembro del Benelux. Una parte dolorosa de su pasado oculto vive permanentemente en esta zona, concretamente en Luxemburgo. Provoca mal de barriga y temblor de piernas. También remordimientos. No hablamos de patrimonio ni de cuentas en esta especie de paraíso fiscal, no. Se trata de un Rocasolano, sangre de su sangre: Francisco, el hermano de su madre Paloma.

El tío de la reina vive en el Gran Ducado desde hace décadas: heredó la licencia de taxi de su padre, y se marchó hasta Luxemburgo para trabajar como conductor del Parlamento Europeo. Lo hacía de la mano de la que era su gran amor, María Lláser, una funcionaria andaluza que también tiene un trabajo en la Cámara legislativa de la Unión Europea. Hace años que se separaron, la cordobesa no soportaba al hermano de la madre de la reina: "Es una bellísima persona salvo que no ha aprendido ni ha querido nunca hacer nada en casa. Es un mentiroso empedernido y a mí me tenía frita, después de 35 años le dije bye bye", explicó hace años en un reportaje despampanante para 'Andaluces por Europa' en Canal Sur. A pesar de la separación, consideraba a Letizia como su sobrinita. Uno de los motivos, la proximidad de edad con su propio hijo, primo de la royal: David Rocasolano. La auténtica pesadilla de la reina, un proscrito.

María Lláser, tía de Letizia en Luxemburgo / Canal Sur
David Rocasolano, primo de Letizia / GTRES

David, abogado de profesión e íntimo de la expresentadora de televisión, se pasó al lado oscuro con la publicación del libro 'Adiós princesa', el relato de la cara B del cuento de hadas monárquico. La retahíla de escándalos que contienen estas páginas es demoledora. Tanto que supusieron su muerte civil, tiempo más tarde. David ha sido imprescindible para cronistas como Jaime Peñafiel, y su testimonio ha vuelto a la primera plana gracias al huracán Jaime del Burgo. No se sabe nada de él, como tampoco de su padre Francisco, el eslabón que vive en Luxemburgo. El hombre se mantiene en silencio y sin molestar. Ahora bien, no deja de ser una amenaza para una Casa Real en guardia permanentemente. Y uno de aquellos recuerdos que pellizcan el corazón y los intestinos.

'Adiós princesa', de David Rocasolano

La relación entre todos ellos era excelente hasta que David trinchó a Letizia: asistieron a aquella movidísima boda en el año 2004, siendo testigos de las guerras intestinas que empezaban a aflorar entre royals y plebeyos. Recordaba la extía de Letizia que la comunión era tal que incluso se pusieron de acuerdo entre muchos familiares para hacer un regalo de bodas conjunto. Se gastaron la astronómica cifra de 7.000 € en el obsequio. Una fortuna. Pero lo más bestia de todo es el concepto: una máquina para hacer palomitas. Imaginamos que salían crujientes, calentitas y cubiertas en oro, por este precio sin ningún sentido. Ahora, 20 años después, las palomitas son toda una metáfora del espectáculo que nos esperaba con la vida de la asturiana, sus secretos y miserias. México, España, Nueva York, Luxemburgo... La lista continúa.

Boda de Letizia y Felipe / EFE
Felipe y Letizia comprando palomitas en el cine / La Sexta