No hay nada que le toque más las narices a la reina Letizia que el hecho de que las cosas salgan de madre y ella no controle en todo momento qué está pasando ni sea la que marque el ritmo. Lo hemos visto en incontables ocasiones, incluso, ante su marido, al que no duda en aleccionar o abroncar públicamente cuando alguna cosa no se está haciendo bien. La asturiana paga con la cara. Cuando hay algún acto oficial donde alguien sale del guion establecido, donde alguien (incluso el rey) habla cuando no le toca, donde el personal no le lleva una copa para brindar o cuando surgen imprevistos, la reina monta en cólera y saca a pasear su cara de vinagre. Es lo que tiene ser una obsesionada del control total.

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Felipe y Letizia / Casa Real

Estos días, con la investidura de Sánchez, la amnistía y todo el revuelo político, Letizia no puede disimular qué poco le gusta lo que está pasando. Hace unos días, sin embargo, todavía le gustó menos. Curiosamente, sin embargo, su enfado no tenía que ver con las vergonzosas manifestaciones de la derecha, la ultraderecha y la ultraultraderecha en las calles de Madrid, entonando cánticos fascistas, el Cara al sol, luciendo banderas preconstitucionales con el pollo o muchos demócratas alzando la mano derecha como en épocas pasadas. Su mala sombra tuvo que ver con aspectos más mundanos. ¿Cuáles? Supuestas infidelidades y escándalos en la prensa del corazón.

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Y es que la visita de los reyes de España a Dinamarca tenía que ser un bálsamo en las agendas de Felipe y Letizia después del no parar de actos en torno a su hija Leonor, con la jura de la Constitución, su cumpleaños o el de la yaya Sofía de hace unas semanas. Pero al poco de aterrizar en Copenhague, a kilómetros de distancia, todo el mundo puso los ojos como platos al ver la portada de la revista Lecturas donde se decía que el príncipe Federico de Dinamarca había sido pillado paseando íntimamente por las calles de Madrid con la actriz mexicana y ex de Cayetano Martínez de Irujo, Genoveva Casanova. Incluso, decían, había dormido en su piso. Desde Dinamarca se intentaba rebajar la magnitud de la sorprendente noticia, pero lo cierto es que algunos medios revelan que a Letizia le sentó como una patada lo que vio, y que se pasó toda la estancia en aquel país hablando con Mary Donaldson y poniendo cara de circunstancias.

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Los reyes en Dinamarca / Casa Real
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Los reyes en Dinamarca / Casa Real

El digital Monarquía Confidencial revela que aquellas fotos y aquellas informaciones sobre la amistad entre su anfitrión danés y la exconcursante de Masterchef Celebrity fastidiaron a mucho Letizia y "provocaron momentos de tensión en Zarzuela". ¿Por qué? Porque el viaje pasó a un segundo plano y la comidilla era qué pasaba con Federico y Genoveva: "“En Dinamarca no se habló de otra cosa durante esos días. Varios miembros de Zarzuela estuvieron tensos y los reyes muy pendientes de las repercusiones que podían tener”, aseguran fuentes próximas. Y Letizia, moscatel por triple motivo, por el posible escándalo, porque el escándalo podría tener que ver con un tema que a ella le indigna, como es el de las infidelidades (que le pregunten qué piensa de los affaires de su suegro Juan Carlos) y porque el encuentro del príncipe danés y la actriz mexicana había tenido lugar en Madrid: "la reina Letizia mostró su incomodidad a Felipe VI, y manifestó sus deseos de finalizar tan pronto como fuera posible la visita para regresar a España", dicen en el citado medio.

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Los reyes en Dinamarca / Casa Real

Incluso, atención a la frase. "La reina llegó a pensar que podrían estar haciendo el ridículo con ese viaje”... Y ya se sabe que si una cosa irrita a Letizia es hacer el ridículo. “La reina Letizia es muy directa y discreta, pero si algo no le gusta son los escándalos; y menos aún que tengan que ver con infidelidades. Es una situación muy parecida a la que sucedió con Juan Carlos I y eso lo detesta”. 

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