Letizia presenta una imagen meticulosa y pulida, esforzándose por proyectarse como la reina ideal, superando la influencia y el legado de su suegra, Sofía. Con una determinación notable, Letizia ha sabido moldearse para cumplir con las expectativas que exige su posición, una hazaña que no siempre ha sido fácil debido a la barrera que supone su origen no aristocrático. A pesar de haber alcanzado su papel como consorte, todavía se percibe una falta de conexión emocional con ciertos sectores del pueblo español, lo que algunos atribuyen a una personalidad reservada y calculadora. Aunque intenta mostrarse cercana, existe una distancia entre su imagen pública y la realidad detrás de las puertas de la residencia real, donde vive junto a su familia.
Letizia es una mujer disciplinada y dedicada a un estilo de vida saludable. Su rutina diaria incluye una dieta balanceada y ejercicio físico, reflejándose en su apariencia física y en su energía. Además, invierte en cuidados estéticos que le ayudan a mantener su piel en excelentes condiciones y a combatir el paso del tiempo. Sin embargo, tiene un hábito oculto que, a pesar de múltiples intentos, no ha logrado abandonar por completo: el tabaco. A pesar de los esfuerzos y recursos destinados a superarlo, este vicio sigue presente en su vida, aunque cuidadosamente resguardado de la vista pública.
En el libro *Letizia. Una reina impaciente*, escrito por el periodista Leonardo Faccio, se revelan aspectos poco conocidos sobre su vida, incluyendo algunos de sus antiguos vicios. Aunque actualmente intenta ocultarlos, en sus años de juventud Letizia vivió una vida más despreocupada y exploró experiencias que distan de la figura disciplinada que proyecta hoy. Se sabe, por ejemplo, que en sus años universitarios se enamoró de uno de sus profesores, con quien terminó casándose. Aquellos fueron años de intensa libertad: disfrutaba de los días de sol en la Costa Brava, asistía a conciertos, y se dejaba ver fumando y bebiendo cerveza, sin preocuparse por las apariencias. Aunque dejó estos hábitos públicamente, se rumorea que aún conserva el hábito de fumar en privado.
En momentos de alta tensión, como los que ha enfrentado recientemente, se comenta que Letizia recurre al cigarrillo para aliviar el estrés. El futuro de su hija Leonor, quien está próxima a asumir mayores responsabilidades dentro de la monarquía, también representa una fuente de preocupación para Letizia, incrementando su nerviosismo. Según fuentes, la reina incluso fuma a escondidas en momentos de privacidad, buscando evitar que el hábito trascienda públicamente y manche la imagen saludable y disciplinada que tanto se esfuerza en proyectar. La mujer de Felipe VI ha necesitado de ayuda médica para dejar este vicio.
Letizia no ha superado su adicción al tabaco
El interés de Letizia por el tabaco no es reciente. Cuando era estudiante en México, trabajó para una empresa tabacalera vendiendo cigarrillos, lo que marcó su relación con el tabaco desde entonces. Jaime Peñafiel menciona que Letizia promocionaba una marca de cigarrillos en las calles de Guadalajara, vestida con los colores de la empresa, un detalle curioso para quien, en la actualidad, se opone públicamente al tabaquismo. Leonardo Faccio observa que, aunque Letizia se ha manifestado en contra del tabaco, considerándolo un problema de salud pública, mantiene el hábito en ciertas ocasiones. Su consumo no es constante, pero en situaciones de ansiedad tiende a encender un cigarro discretamente.
Faccio recuerda cómo, durante sus investigaciones, escuchó varias anécdotas en distintos entornos. Uno de los episodios relatados involucra a un académico que, tras un evento, observó cómo Letizia sacaba un paquete de cigarrillos de su bolso, sorprendiendo a quienes la perciben como defensora de un estilo de vida saludable. Aunque trata de mantener el hábito en privado, estos detalles han surgido en conversaciones, dando lugar a un contraste entre su imagen pública de abanderada de la salud y su dependencia oculta del tabaco.