La semana pasada se conmemoró el Día Mundial por la Prevención del Suicidio. Y una de las directrices de la Organización Mundial de la Salud es perder el miedo a abordar esta causa de muerte. El tópico mal entendido en el mundo de los medios de comunicación ha sido durante años evitar decir si un famoso, o anónimo, moría por suicidio. Se temía que produjera un efecto imitador.
Esta censura por suerte ha acabado. Las causas de la muerte son las que son. Y es imposible abordar un problema ocultándolo. El suicidio de Érika Ortiz, hermana pequeña de la reina, ha sido silenciado por buena parte de la prensa y todavía más grave, por la misma Letizia.
La reina Letizia se ha negado a presidir ningún acto oficial para conmemorar este Día mundial y visibilizar un grave problema de salud pública, los suicidios. Ha preferido ir con Miquel Iceta al Museo del Prado. Ella que lo ha sufrido de tan cerca, cuando Érika Ortiz se mató ingiriendo pastillas.
Ninguna causa mejor para ella que luchar contra los suicidios. No hace nunca ninguna mención. Si no se habla no existe. Invisibiliza a Érika. Quien sí la tiene en la cabeza y lucha por su recuerdo es Carla Vigo Ortiz, la hija de Érika que ha colgado en Instagram una camiseta con mensaje demoledor:
Carla: "Mi madre no es una cifra. Era mi madre". Cuando se informa de las cifras de muertes por suicidio constan como una estadística, un tanto por ciento. La hija se niega. ¿Cómo puede ser que la prensa seria no abordara qué llevó la hermana de la reina a matarse? Es una enfermedad mental que se llama depresión. Si no se hace público no se estudia ni se soluciona. Carla Vigo es más sensible que Letizia. Y la deja en evidencia como nunca.
Da vergüenza que la reina de España no tenga ninguna causa benéfica de cabecera. Si Lady Di fue la cara de la lucha contra las minas anti-persona, la cara de Letizia es la de los cirujanos plásticos.
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Aquel trágico 7 de febrero de 2007 moría Érika Ortiz Rocasolano a los 31 años. Las imágenes del funeral de Érika con Letizia destrozada todavía ponen la carne de gallina.
La difunta Érika dejó a una hija de seis años huérfana de madre, que ahora ya es mayor de edad, ya es adulta, a punto de cumplir 21 años. La sobrina de Letizia se niega a silenciar aquel suicidio. Un 7 de febrero de hace 2 años colgó esto a Instagram
"A veces pienso qué te hicieron". ¿Quiénes? ¿Letizia? La reina calla y va con Iceta a mirar pinturas al Prado.