El gesto de la reina Letizia a su suegra Sofía pasará a la historia de la monarquía por derecho propio. Letizia le apartó la mano a Sofía. Pero si pudiera, la apartaría de su familia de una vez por todas. Si ayer el primer vídeo que demostraba el malestar entre las dos ya se hizo viral, hoy la continuación de la secuencia va por el mismo camino. Hoy por hoy, es el culebrón que más engancha a los ciudadanos, que necesitan su dosis diaria. Mejor que Nissaga de poder. Que ya es decir. Pero la reina Letizia se ha erigido en una Eulàlia Montsolís de sangre azul, dispuesta a arrasar con quien haga falta para seguir teniendo a sus hijas bajo su ala protectora. Y si hay que apartar a la abuela, lo hace.

De toda la simbología que se desprende de las imágenes en la catedral de Palma, destaca la pasividad de unos incrédulos rey Felipe y rey emérito Juan Carlos. El segundo, porque a duras penas miraba la escena para evitar que se le cayera el bastón de los nervios. Y el primero, por no saber como conciliar un binomio a veces tan irreconciliable como una suegra y una nuera. El marido de Letizia e hijo de Sofía se queda callado y se limita a apretar levemente el brazo de su mujer.

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Otra que todavía no ha abierto la boca desde que este martes trascendió el vídeo es la otra abuela, la madre de Letizia y consuegra de la reina emérita. Paloma Rocasolano todavía está en shock por las imágenes, y no ha osado decir ni mu. Sabe que su hija tiene el secreto oscuro —bueno, ahora ya no tan oscuro— de alejar a sus nietas Leonor y Sofía de su abuela paterna y hacer que pasen mucho más tiempo con la materna. Es parte implicada en la ecuación, aunque no sea familía real. Es la yaya prefe y quiere seguir siéndolo. Por eso ha optado por el más absoluto silencio cuando hoy los medios de comunicación han ido a captar su opinión en las calles de Madrid.

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La madre de la reina ha intentado mantenerse al margen desde que su hija se casó con Felipe, y solo se ha dejado ver en algunos actos concretos. A sus 65 años, Paloma Rocasolano ha empezado una vida de jubilada dejando atrás toda una carrera en el mundo de la enfermería. Pero la herida abierta entre su hija y su consuegra no se cura con una tirita y un poco de yodo. No ha habido manera, asimismo, que Rocasolano se desviara ni un centímetro de la línea que decidió seguir, apartada del foco real. Todo lo contrario que la mejor amiga de la reina, Imma Aguilar, que no ha dudado en reconocer que ha visto a Letizia desolada y preocupada.

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Un mutismo, el de Paloma Rocasolano, idéntico al que ha expresado la hermana de la reina, Telma Ortiz, que tampoco ha querido pronunciarse. Mensaje claro de cerremos filas. Quien sorprende también que todavía no haya dicho oxte ni moxte es la tía díscola y republicana de Letizia, Henar Ortiz. Si hace unos días no dudaba en pedir la libertad para los presos políticos, veremos ahora qué dice después de la imagen que ha dado su sobrina monárquica.