Una de las tradiciones más casposas relacionadas con los Borbones tiene lugar cada año, por los alrededores de estas fechas. La inauguración oficiosa del verano y las vacaciones reales en Marivent, donde los reyes (y los últimos años también se ha apuntado la reina Sofía) hacen un paripé máximo recibiendo a las autoridades de la isla y de la sociedad balear en el lugar donde veranean Felipe y Letizia. Todo el mundo perdiendo el norte por salir en la foto, todo el mundo enloqueciendo por encajar con los monarcas ni que sea unos segundos y rendir pleitesía. Y ha vuelto a pasar. Nueva recepción en Palma, como siempre, para un montón de gente, más de 600 invitados.
600 invitados que además, se fueron a casa con el estómago lleno después de ponerse como el quico: menú con berenjenas rellenadas de carne de cerdo negro mallorquín y salsa de tomates asados, escabeche de raya con zanahoria y naranja, crema de cigalas mallorquinas y avellanas, coca de pimientos asados y paté de Felanitx, coca de calabacín, tomates secos y queso Sa Cabreta, crujiente de Can Company con mermelada de guindilla, pulpo de roca mallorquín con verduras, croquetas de guiso a las cuatro especias, cazoleta de espinacas con fresa a la pimienta, tomate con mahonés y alcaparra, pan relleno de estopilla y pan con aceite con queso mahonés y camaiot. Y de postres, plátano con almendras, carajillo de ron y ensaimada con crema pastelera.
La imagen de la noche, sin embargo, no la ha protagonizado ni ningún plato ni ningún modelito ni ningún invitado. La imagen de la velada la ha protagonizado un objeto que estaba plantado en medio del patio, delante del palacio: un taburete. Como dicen en Vanitatis, "el patio estaba presidido por un solitario taburete de metal. Sí, una banqueta en medio de aquella vasta mansión de estilo regionalista, con torreón incluido y 33.000 metros de frondosos pinares. El taburete, iluminado desde la lejanía por dos grandes focos, se llevaba toda la atención". ¿Y qué hacía allí el taburete? Servir a Letizia, lastimada, cansada y con gestos de evidente incomodidad de tanto estar de pie haciendo el numerito de ir saludando uno por uno a los invitados.
Los pies la llevan por el camino de la amargura, le duelen debido al problema que sufre, el neuroma de Morton después de la rotura de unos dedos. Por eso, para hacer frente al dolor insoportable después de mucho rato de pie, a pesar de llevar sandalias planas, la anfitriona ha tenido que ayudarse del taburete para no sufrir todavía más. Y eso que hicieron ir a los invitados corre corre que te vas. Y es que el saludo duró a duras penas 20 minutos, con Felipe y Letizia dando la mano a todo quisqui, y como dicen en el mencionado medio, "si uno saca la calculadora, salieron a 30 saludos por minuto. O, lo que es lo mismo, un saludo cada dos segundos. Un ritmo frenético que más que un taburete demanda un buen Lexatin".