Letizia tiene quien que le escriba. Los libros sobre la reina se acumulan en las editoriales. Pilar Eyre tiene pendiente escribirlo ahora que ha acabado con su suegro, pero quien tiene a la esposa del rey Felipe entre ceja y ceja es Jaime Peñafiel. El decano de la crónica real cumplirá 89 años y no le quedan demasiados libros por escribir. El que puede ser el último es Los reyes tambien lloran (ed. Grijalbo) que acaba de publicar. Habla de todos los Borbones pero del índice onomástico todo el mundo corre a buscar "Letizia".
De entre todos los secretos de la reina, el más ocultado es el de su embarazo no deseado. Poca prensa ha querido publicar nada de este extremo, y no es porque no esté probado, demostrado, contrastado y documentado. El primo de Letizia publicó las facturas de la Clínica donde Letizia Ortiz se practicó un aborto el año 2002. David Rocasolano dio incluso el precio: 240 euros. Ahora Peñafiel, que no acostumbra a hurgar en este detalle de la biografía de la reina, lo recuerda en su libro.
Escribe Peñafiel, pág 191: "Un día comiendo con el jefe del CNI, Félix Sanz Roldán, y le pregunté si había recibido la orden de investigar el pasado de Letizia antas de anunciar el compromiso matrimonial, como se hace en todas las monarquías europeas. De haberlo hecho no se habría celebrado el enlace real: no solo por su pasado apasionante y apasionado sino por su embarazo y la implicación de Felipe en limpiar todo rastro de ese aborto en la Clínica Dator de Madrid. Felipe reconoció "Si mis padres se enteran no hay boda".
Peñafiel era consciente de que no podía escribir su libro final de Letizia sin recordar el episodio de la interrupción voluntaria del embarazo. El problema no es que si Juan Carlos y Sofía lo supieran habrían prohibido la boda. El problema es que la boda es nula ya que, al celebrarse por la Iglesia, el matrimonio eclesiástico de los reyes puede ser declarado nulo por el Derecho canónico. El Código Canónico lo castiga con la excomunión. Letizia no tenía derecho a casarse por el rito católico porque había abortado. El escándalo es tan mayúsculo que se tapará, como el de Juan Carlos, hasta dentro de 25 años. Peñafiel, que no sea dicho, lo deja escrito