La reina Sofía siempre se ha mantenido en su papel de reina consorte. Es una mujer muy responsable y exigente consigo mismo, y por tanto con los demás. Tenía claro que su destino era convertirse en reina, así lo quiso Federica, pero se imaginó este cuento de hadas de otra forma. Ella estaba totalmente enamorada de Harald de Noruega, pero el corazón de éste era para otra persona, su actual mujer, con la que lleva casado más de seis décadas. A la emérita no le quedó más remedio que aceptar a Juan Carlos e hizo todos los esfuerzos por agradarle, pero la relación no empezó con buen pie porque él realmente estaba enamorado de Olghina de Robilant, una relación que su padre, Juan de Borbón, se encargó de romper con la eliminación de una carta que hubiese cambiado los acontecimientos.
El matrimonio de Juan Carlos y Sofía fue un absoluto desastre, incluso su boda y su luna de miel. Los eméritos nunca se quisieron y prueba de ello eran sus respectivas vidas separadas. Ni tan siquiera dormían juntos en la misma habitación. La entonces reina terminó en la zona de la casa que se construyó para Irene de Grecia. Solo mantenían relaciones íntimas para concebir al varón que heredaría la corona en el futuro. Sin embargo, éste tardó en llegar. Los primeros nacimientos fueron dos niñas. Si la ley hubiese sido como ahora, la infanta Elena sería la reina y se hubiesen olvidado de más.
La reina Sofía intentó divorciarse cuando descubrió la primera infidelidad de Juan Carlos. La reina Federica, exiliada en la India, se lo prohibió y le obligó a volver a Madrid con los niños y cumplir su función. En ese momento, ambos empezaron a hacer vidas completamente separadas. No se divorciaron porque estaba mal visto para la corona, pero los dos eran totalmente libres. El emérito expuso su afición por las mujeres, mientras que la emérita era mucho más discreta, aunque también tenía algunos amigos muy cercanos.
La reina Sofía conoció a otros hombres cuando vio que su matrimonio era insalvable
Según Pilar Eyre, la reina Sofía también tuvo alguna relación extramatrimonial una vez que se separó de Juan Carlos y vivió que su matrimonio era insalvable por muchos esfuerzos que hiciese. Sonó con mucha fuerza su amistad con Alfonso Díez, viudo de la duquesa de Alba, una gran amiga. Ambos comparten muchas aficiones. Se conocieron porque cuando Cayetana estaba muy enferma, Sofía llamaba todos los días a su casa para conocer su estado de salud en primera persona y era Alfonso quien descolgaba el teléfono, hablaban durante un buen rato. Ahora son grandes amigos y se desconoce si esa amistad ha ido más allá. Lo que está claro es que al aristócrata le gustan las mujeres mayores.
Tal vez la relación menos conocida de Sofía es la que mantuvo con un conocido periodista. Una historia sentimental que vivió en Perú. Surgió en el viaje internacional que realizó con Juan Carlos en 1978. Juan José Benítez fue uno de los periodistas que la recibió. Junto a él la emérita recorrió las líneas de Nazca, un grupo de geoglifos de origen precolombino grabados en las arenas desérticas de la región. Jaime Peñafiel fue testigo de esta relación. “J.J. Benítez se enamoró un poco de ella. Hasta nos compuso un soneto que nos leyó por la noche en un hotel”.