España es un país abonado a la distorsión. Su percepción sobre diversos temas resulta espeluznante: la unidad de la patria, la justicia y la monarquía son ejemplos diáfanos de esta patología. En el caso de la corona, sin embargo, la cosa llega al paroxismo: por mucha porquería que emane de los Borbones, da igual: es más fácil mirar hacia otro lado que asumir la cruda realidad. Una realidad que habla de corrupción, de mentiras, de codicia. De un país que se resiste a superar la herencia franquista y que se empeña en defender una institución podrida y cutre, incluso inculcando la trampa a los chiquillos. La muestra más elocuente la encontramos en el descenso a los infiernos de Juan Carlos I, huido desde hace cerca de un año a los Emiratos Árabes para no tener que responder por sus desmanes. No importa la gravedad ni la cantidad de hechos vergonzantes que se destapen. Todo lo contrario: 'cuanto peor, mejor'.
Afortunadamente, eso sí, hay millones de ciudadanos que no se tragan esta bola, y no tienen miedo de rechazarla. Sí, su disidencia les ha costado represalias, humillaciones, ataques y descrédito, pero ni siquiera así los harán callar. Uno de los casos más paradigmáticos es el del exteniente del ejército español Luis Gonzalo Segura, expulsado del cuerpo militar (liderado por los Borbones, por cierto) por denunciar las prácticas corruptas y de nostalgia franquista que todavía hoy son el pan nuestra de cada día entre los uniformados. Un hombre que habla alto, claro y de forma valiente. También autor de retratos acertadísimos sobre su país y sus 'exjefes': atención a la comparación brutal que hace entre dos naciones monárquicas, sí, pero que se parecen como un huevo a una castaña. "Noruega tiene un fondo soberano con un billón de euros. España tiene un soberano con uno fondo de 2.000 millones. Y muchos creen que son lo mismo". Exactamente lo mismo, ¿verdad? La red aplaude su valentía, mientras amplía la reflexión del madrileño.
Así es España: la única monarquía que reina una república bananera. Todos los que la defienden, una de dos: o sacan provecho del régimen, o sencillamente sufren una miopía galopante.