Iñaki Urdangarin no sabe hablar euskera y habla perfectamente el catalán. Por su físico contundente de jugador de balonmano y por el mito del príncipe azul del PNV y del Barça que enamoró a la infanta Cristina, siempre se le considera vasco pero no ha vivido casi nunca en Vitoria. Cuando era un niño se instaló en Barcelona y al salir de la prisión volvió a casa de su madre porque Cristina no tenía ninguna intención de rehacer su vida matrimonial con él, cosa que anticipaba el divorcio que no se ha firmado hasta esta Navidad. Ahora la pareja tiene una relación tensa. No se detestan como Elena y Jaime de Marichalar, que ni se dirigen la palabra, pero Cristina ha decidido que no quiere fotos con su ex por una sencilla razón: ha rehecho su vida sentimental y ha convertido a su amante, Ainhoa Armentia, en su futura mujer. Hacen vida en común y la ha llevado a Catalunya para hacer ciclismo en ruta, como destapó Laura Fa. Iñaki y Ainhoa fueron vistos este fin de semana en maillot azul en la comarca del Berguedà.
Escribe la cronista catalana de El Periódico "El sábado al mediodía unos 30 ciclistas pararon en uno de los bares de la colonia Rosal, situada entre Berga y Gironella, para tomar un aperitivo. Todos vestidos con un mallot azul marino y unos pantalones negros se sentaron en una terraza para recuperar fuerzas después de toda una jornada de pedaleo. Entre ellos se encontraban Ainhoa Armentia e Iñaki Urdangarin. "No vi que se dieran ningún beso, pero sí que estaban riendo todo el rato con el resto de compañeros". Pocos besos pero sudados de pedalear. ¿Qué hacía Iñaki en Cataluña? Vino de Vitoria con la novia y la madre para pasar el fin de semana en la segunda residencia de Ana Urdangarin, su hermana que vive en Barcelona y tiene una casa en el interior del Alt Empordà. Lo revela Silvia Taulés en Vanitatis. Se rompe el mito que la madre de Iñaki no puede ni ver a Ainhoa Armetnia. No solo la conoce sino que duermen bajo el mismo techo, la casa de Ana Urdangarin en la Costa Brava.
Cristina no quiere ni ver a Iñaki con Ainhoa en Catalunya y no se han encontrado. Ella estaba en Barcelona e Iñaki en algún momento dejó a su madre en la capital para que viera a su nieto Pablo perdiendo la Liga con el Granollers contra el Barça en el Palau Blaugrana, dónde él jugó hasta el año pasado. Cristina no quiere evitar la relación con la abuela paterna de sus cuatro hijos, Calire Liebaert. Una anciana que ha sufrido mucho por culpa de la monarquía, su difunto marido dejó dicho que habría quemado la Zarzuela después de ver lo que le hizo su consuegro Juan Carlos a Iñaki: dejarlo caer, entregarlo a las fieras y no salir a dar la cara por él. Finalmente se ha hecho cierta justicia, Iñaki es un hombre estigmatizado pero libre y puede caminar por España sin miedo que lo abucheen. En cambio, Juan Carlos vive exiliado, expulsado de España por su propio hijo y solo va a restaurantes de lujo y bodas del PP. Fuera de estos lugares corre el riesgo que le digan de todo.
Iñaki y Cristina, un vasco y una madrileña que vive en Suiza, pasan el tiempo en Catalunya. El lugar donde se enamoraron, casaron, reprodujeron y firmaron el divorcio. Tienen una dependencia hacia Catalunya, a pesar de no quererse ver: "Tratan de no encontrarse y mucho menos en público, mantienen una relación cordial y educada, en la que comparten su preocupación por sus hijos y su cuidado". Iñaki, con el tiempo, se ha liberado y con un añadido, su vida se la paga la infanta Cristina, una pensión de divorcio muy elevada que le ha permitido a Iñaki decir que busca trabajo mientras pasa el día haciendo vacaciones, del Berguedà al Alt Empordà. Una vida de rey para el exduque de Palma. Con la amante, la hermana y la madre juntas, la familia feliz. Ya es más de lo que pueden decir los Borbones.