Dinamarca es un país ejemplar. Muy ejemplar. Tienen una ciudadanía abierta, tolerante, adalid en derechos humanos y sociales y número 1 en Europa a nivel de transporte. La gente se mueve en bici por toda la ciudad de Copenhaguen, la capital del país y no se forman los atascos que sí vemos día tras día en grandes ciudades catalanas como Barcelona. Allí gobiernan bien y sirven a su pueblo con leyes útiles, aunque tengan una monarquía. Y es que, a diferencia de lo que muchos puedan pensar, la monarquía es precisamente lo que une a todos los daneses. Los habitantes del Reino de Dinamarca -formado por Dinamarca, las Islas Feroe y Groenlandia- adoran a Su Majestad La Reina Margarita II, todo un ejemplo de lo que es ser una buena reina. Es la única reina no consorte de Europa y la gente la idolatra. El apoyo a la monarquía en Dinamarca es masivo: EN Blau lo pudo comprovar en primera persona ayer, asistiendo a los festejos del 83º cumpleaños de Her Majesty.
Y es que ayer era un día muy especial para los habitantes del país escandinavo. Después de dos largos meses de convalescencia, la monarca reaparecía de nuevo públicamente tras haber sido sometida a una dura intervención en su espalda. Era 16 de abril y la madre de Federico y Joaquín salía al balcón de Amalienborg para saludar a las decenas de miles de monárquicos, guiris y habitantes daneses que habían venido a exclamarle "Tillykke" (¡Felicidades!) en danés. Tras muchos "hurras", Margarita saludó durante diez largos minutos a su pueblo desde el balcón de su Palacio Real, que se encuentra en la plaza de Amalienborg, donde también tienen residencia real sus hijos y sus nietos, los despojados y los que no.
Precisamente, la celebración de la 83º vuelta al sol de Margarita llegaba este año a las revistas royals con polémica incluida por el caso de distanciamiento de Margarita respecto sus nietos, quienes fueron despojados por The Queen de sus títulos de príncipe con tal de donar más recursos económicos al pueblo danés. Margarita II, primeramente, aparecía sola en el balcón, pero acto seguido sería cortejada por Federico, Mary Donaldson y sus cuatro hijos en un balcón adyacente, y Joaquín, la princesa Marie y los cuatro nietos despojados, en el otro balcón. Al cabo de dos minutos, tras los guardaespaldas cerrar los ventanales, nueva aparición, esta vez todos en el balcón central de Margarita. Era la imagen que todo el mundo quería ver: la monarquía danesa limando asperezas y reconciliándose definitivamente. Los trece royals, todos juntos desde el balcón: con los príncipes contentos, los ocho nietos unidos y Margarita más que recuperada.
Una imagen muy deseada
Esta imagen que comentamos, la de Margarita de Dinamarca rodeada de sus dos hijos, sus dos nueras y sus ocho nietos es el inicio de una nueva etapa. Su Majestad ha pasado un año muy difícil, pero ahora comienza una nueva era para ella. Tiene ganas de volver al trabajo y ayer lo demostró reapareciendo despampanante en el Palacio de Christian IX en Amalienborg. Dio protagonismo a sus nietos incluso más que a sus hijos y fue la gran estrella del día. A las 11:50 horas empezó el especial cambio de guardia con más pompa de la prevista y a las doce en punto la hermana de la princesa Benedicta salió al balcón. Vitoreada, aplaudida e idolatrada: y es que no se veía esta imagen en Amalienborg desde 2018, pues en 2019 y 2022 había celebrado el cumple desde el castillo de Marselisborg y en 2020 y 2021 no lo celebró debido a la pandemia del coronavirus. Por fin, Margarita vuelve a presumir de unión familiar. Y que dure...