Jornada convulsa y singular en Copenhague: el día que la reina Margarita II de Dinamarca cumple 84 años, un incendio en el edificio histórico de la Bolsa ha provocado un alboroto mayúsculo. Las llamas han destruido el lugar, justo junto al Palacio de Christianborg, sede del Parlamento nacional. Un ala del recinto legislativo ha quedado evacuada por motivos de seguridad. Las llamas han sido visibles desde toda la ciudad, incluso desde la vecina Suecia. Por descontado, desde el Palacio Real de Amalienborg, residencia de Federico X y Mary Donaldson. Y también del de Fredensborg, a 30 kilómetros de la capital, donde Margarita está celebrando una fecha que, de momento, parece amarga.
La reina ha sacrificado su corona para garantizar la continuidad de la monarquía. Tuvo que inmolarse por Federico y sus aventuras extramatrimoniales y extranjeras, reteniendo a su mujer que ya había huido del país como castigo por la humillación pública. No contentos con este gesto, ha vuelto a ser reina regente en dos ocasiones desde el pasado 14 de enero, fecha de la coronación de su hijo. Y es que las continuas desapariciones y vacaciones del matrimonio lejos de Dinamarca, la convertían en la única en el volante de la Casa de Glücksburg. Se está dejando la piel, ¿pero qué recibe a cambio? Soledad. Ningún agradecimiento público, ningún detalle.
Hace pocas horas, la Casa Real danesa colgaba unas fotografías de la reina conmemorando esta fecha supuestamente feliz. Habría estado bien una estampa familiar y un poco de humanidad por parte de los actuales reyes daneses, que no se están haciendo famosos por currantes ni por comprometidos por su posición. Ahora también sabemos que no tuvieron la deferencia de visitarla en Fredensborg para inmortalizar una imagen de comunión y estima. Lo que no tenemos demasiado claro, sin embargo, es que a la reina le importe un pimiento: ella ya tiene la compañía que necesita. Tillia, su perra salchicha. Su compañera en la solitaria y bucólica residencia real. Ahora bien, la escena es un poco triste. Y seguro que no gustará al monárquico danés, profundamente margaritista.
Esto no quiere decir que Margarita no tenga fiesta de aniversario, ni mucho menos. Ha tenido un cambio de guardia de honor a las puertas del castillo, e irá recibiendo visitas de familiares e íntimos a medida que avance la mañana y el mediodía. En todo caso, unos actos privados y de petit comité. Así le corresponden los servicios prestados, los favores y los sacrificios. No, eso del olor no mejora en Dinamarca. Y no solo por el humo del incendio. El tufo es a podrido.