La monarquía danesa sigue siendo monotema en Dinamarca. Allí ya no se habla del frío, de las bicis de Copenhaguen o de los impuestos. Tampoco se discuten chorradas como sí se hace en España: allí solo hay un tema que les preocupe: la Casa Real. Los daneses tienen en gran estima a su Reina, Margarita II, pero empiezan a estar hasta las narices de que cada telenoticias tenga que abrir con la decisión que tomó la Jefa de Estado despojando a cuatro de sus nietos -Atenea, Félix, Nicolás y Enrique- de los títulos de príncipe y princesa.
La semana pasada, en motivo del 50º cumpleaños en el trono de Su Majestad, el príncipe Joaquín, la princesa Marie, el príncipe heredero Federico y la princesa Mary coincidían en el Ayuntamiento. Allí no se apreciaban las diferencias que tienen entre todos los miembros de la Casa Real, pero era tan solo una cortina de humo. La realidad es cruda: Joaquín y Federico siguen sin hablarse y la decisión de la mandamás escandinava aún escuece. Su nieto Nicolás ha tenido incluso que poner en venta su piso de Copenhaguen valorado en más de medio millón de euros para poder asegurarse una pensión digna. La última decisión de Margarita ha dejado a la prensa rosa danesa atónita y a los miembros de la Familia Real, más separados que nunca.
Se supone que la Navidad es una época, una fecha, muy marcada en los calendarios de todos. No solo se celebra en España y en la Europa Mediterránea, también en los estados del Norte es motivo de celebración el nacimiento del niño Jesús. No tienen algunas de las tradiciones de las que tenemos aquí -como la de hacer cagar el Tió-, pero sí que mantienen otras, como pueden ser distintos de los manjares. Navidad, Nochebuena, Fin de Año... Comilonas y comilonas sin parar, que este año, no obstante, no se van a realizar en el Palacio de Christiansborg. La Reina ya sabe con quién se comerá el ganso asado con patatas glaseadas y col lombarda, el plato típico navideño de la zona: será con su hermana Benedicta. Ni Federico ni Joaquín ni sus nueras se sentarán en la misma mesa. Tampoco sus nietos. Es más, estarán a miles de kilómetros.
Uno en cada punta del mundo
A miles de kilómetros y, por eso, deberán pagar el roaming para felicitarse la Navidad. Y es que Federico ya tiene el destino decidido: celebrará las fiestas y el pase a 2023 en otro continente. Viajará hasta Australia, país de donde es originaria la princesa Mary y, desde allí, disfrutará de los encantos del principal país de Oceanía. Tal y como reza el comunicado de los príncipes herederos "han pasado cinco años desde que el príncipe heredero, su esposa y sus cuatro hijos visitaron por última vez la tierra natal de la princesa" y este es el motivo de esta aventura navideña.
Por su parte, Joaquín y Marie -seguramente junto a sus hijos despojados- viajarán a un lugar "en el extranjero" aún por conocer. Según el comunicado, este periplo "estaba planeado desde hace mucho tiempo".