No es que sea precisamente ningún secreto que el Palacio de Marivent se ha convertido desde hace ya muchos años, décadas incluso, en la residencia habitual de la familia real en los meses de verano en nuestro país.

Si bien es cierto que cada miembro de la familia real de nuestro país tiene su particular agenda y no todos pasan el mismo tiempo en Palma de Mallorca, también lo es que forma ya parte de la tradición monárquica en nuestro país que buena parte de la corona se instale al menos un tiempo en el palacio mallorquín.

Y lo que sí que es de sobras conocido es que dos de las que más disfrutan de la tranquilidad, del tiempo y de los placeres que ofrece la capital mallorquina son la reina emérita Sofía y su hermana, Irene de Grecia, conocida a nivel familiar como la tía Pecu, apodo que viene de peculiar teniendo en cuenta el carácter y ciertos comportamientos de la cuñada de Juan Carlos I.

El gasto de tener el Palacio de Marivent en perfectas condiciones

Teniendo en cuenta que es de sobras conocido que la Reina Sofía es una mujer muy perfeccionista es lo que se refiere al orden, la limpieza y la organización, no es que sea precisamente una sorpresa para muchos que la mujer de Juan Carlos I quiera tener siempre el palacio de Marivent más que a punto, ya sea para su disfrute, el disfrute de su familia o incluso para recibir a ciertos invitados.

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Toda esta preparación y este mantenimiento tiene evidentemente un coste, y un coste que no es que sea bajo. Es más, tal y como apuntó en su día la revista Semana, el coste para tener el palacio en perfectas condiciones así cómo el coste del servicio y el personal a cargo contando personal de limpieza, cocina, seguridad, etcétera supera el millón de euros.

Por otro lado, se sabe también que son ni más ni menos que 250 personas las que, sumando todo tipo de personal, se encargan de que a la familia real no le falte nada y se encuentre muy a gusto durante sus estancias en el Palacio de Marivent, una segunda residencia en la que, especialmente la Reina Sofía y su hermana, se encuentran más que a gusto, sobre todo especialmente en los últimos años donde Juan Carlos I ha tenido la entrada vetada.