La visita de estado de Federico y Mary de Dinamarca a Noruega empezó con música de violines, y ha acabado con un festival de percusión. Una tormenta de narices, que empezó a escupir durante la cena de gala ofrecida por Harald V y Sonia, los monarcas noruegos, y los príncipes Haakon y Mette-Marit. Una conversación entre los royals daneses y la gesticulación posterior volvía a alimentar los rumores, o mejor dicho las certezas, que siempre los acompañan: son un matrimonio fallido, falso, de conveniencia. No se soportan.
La chispa, según informaban fuentes presentes en el Palacio Real de Oslo, parecía ser un accidente sufrido por Federico, que se había manchado el uniforme en la mesa presidencial. Al hombre le hacía gracia y lo comentó con su mujer, que le respondía con frialdad, indiferencia y pasotismo. Quizás también con alguna pequeña pulla interna, a la que el hijo de Margarita II replicaba levantando una ceja y girando la cabeza para evitar el contacto visual. No fue la noche más afortunada del soberano, que según recoge la prensa escandinava, cometió unos cuantos errores gruesos durante su discurso, con observaciones históricas que no gustan en Noruega. Vaya, que ha metido la pata en todos los charcos: los oficiales y los íntimos. Marca de la casa.
Estas imágenes en pleno aniversario son ORO.
— Jose Moreno (@Josemn1_) May 14, 2024
Sonrisas ¿falsas?, levantamiento de cejas ¿involuntario?, giro de caras al mismo tiempo.
¿Algún/a experto/a en la sala? pic.twitter.com/PyLH5aQkcq
Al día siguiente de la cita solemne, la pareja encaraba el último tramo de actividades con una excursión a un parque natural, viajes en ferrocarriles, comidas con representantes del gobierno y otros menesteres. Un empujón final antes de volver a casa, al lujoso castillo de Fredensborg. Los marineros y tripulantes del barco real Dannebrog, el medio de transporte utilizado para la visita de estado, hervía de actividad. Los royals noruegos se despedían oficialmente de sus homólogos en la cubierta de la nave, pero algunos movimientos resultaban extraños. Y tanto que lo eran: Mary tenía prisa. Quería largarse. Y sola. Sin su marido.
El diario danés 'BT', que ha seguido con detenimiento los pasos de los reyes, informaba de que una gran cantidad de equipaje real era desembarcado por operarios e introducido en un coche. Era el de Mary, que se marchaba de Noruega dejando tirado a Federico a bordo. Había decidido volar de vuelta a Dinamarca, en vez de comerse la travesía náutica bastante duradera del viaje de ida. La estampa del rey, en camiseta, solo, medio abandonado, es muy potente. Ellos, tan acostumbrados a ir por libre, acusaban pasar demasiados días juntos. Que corra el aire. Y la brisa marinera.