Este 3 de octubre ha tenido lugar la celebración la apertura del Parlamento en el palacio de Christiansborg, en Copenhague. Un acto solemne en el que, como es evidente, no puede faltar la ración de 'royals' europeos protocolaria. Hasta hace algunos años, este era uno de esos días en los que la reina Margarita II aparecía acompañada de sus herederos y otros miembros de la corona danesa.
Sin embargo, debido a las disputas familiares, potenciadas por la retirada de los títulos de príncipes a los cuatro vástagos de su hijo Joaquín y Marie, hace ya tiempo que no se les ve el pelo por el evento. Ya ni siquiera viven en Dinamarca, y es que desde este verano están instalados en los Estados Unidos. A pesar de esta nada sorprendente ausencia, todo ha transcurrido con la mayor normalidad posible. O casi.
La pamela imposible de la princesa Mary que todo lo complica
Los que no podían faltar a una cita de estas características, presidida por la misma soberana a la edad de 83, eran su hijo mayor, el príncipe Federico, y la australiana Mary Donaldson, la princesa heredera consorte. También su hermana Benedicta, que ha sido la primera en llegar luciendo un 'total look' morado con el indispensable bombín a conjunto. Después llegarían los herederos, con el elegante y cuidado atuendo de la nuera real. Mary ha recuperado un exquisito vestido blanco con detalles deshilachados con el que ya se había dejado ver en alguna otra ocasión.
Todos los accesorios han dado en el clavo. Bolso de mano negro, cinturón para darle un toque diferencial al conjunto repetido y zapatos de salón bicolores de Gianvito Rossi. Bien, casi todos han dado en el clavo. La pamela del infierno ha dado, más bien, en el ojo. Sin duda, uno de los elementos más controvertidos de la jornada por lo que le ha supuesto a la hora de saludar a la monarca, que ha llegado algo después.
El incómodo y comentadísimo saludo entre la princesa y la reina
Y mirad que pensábamos que sería un día libre de tensiones con los repudiados al otro lado del charco, pero es que ni aun así. Que nadie se alarme, que tampoco ha habido tortas, pero sí que se ha dado una situación algo embarazosa entre Margarida II y Mary. Cuando la monarca ha salido del coche, enfundada en un atuendo completamente azul —vestido, rebeca y boina incluida—, con problemas visibles de movilidad debido a la intervención en la espalda a la que se tuvo que someter hace algunos meses. En cualquier caso, ninguna cuestión quirúrgica ha protagonizado la humillación maquillada de la tarde.
Después de subir las escaleras del edificio y dar dos besos a su hijo, la monarca ha sido incapaz de hacer lo propio con su nuera. ¿El porqué? La dichosa pamela del demonio. Era tan, tan, pero tan grande, que ni siquiera han podido acercarse. Besito de la reina en la mano, traspaso a la mejilla de la princesa y a seguir. Sea como fuere, parece que la incómoda gestión ha despertado las sonrisas de los presentes. Como para no.
Margarita II todavía aplica la distancia social. Frente a frente, que cantaba Jeanette, pero sin tocarse. Ya lo hemos dicho, que no le van las pamelas. Que ella es más de boina.